A su entender el ser perfeccionista jamás había sido una mala característica, al contrario, los halagos por su arduo y pulcro trabajo solían venir siempre acompañados de halagos de parte de sus superiores. Entonces, por qué cuando el maestro salió dando un sonoro portazo, esa palabra había sonado más como un insulto?, también él estaba frustrado, conocía bien sus capacidades y usualmente no solía equivocarse al evaluar alguna actividad a la cual quisiese dedicarse.
A simple vista tocar la guitarra parecía algo fácil, Kibum tenía conocimiento sobre la teoría musical lo que era una gran ventaja, sus dedos también eran largos, finos y gráciles, y rasguear las cuerdas no suponía complicación alguna. Pero entonces allí estaban los acordes, algo que según su maestro, debía dominar si quería progresar en su aprendizaje; y que había frustrado tanto su día como el del molesto profesor. Sus manos se habían vuelto torpes, descoordinadas, el rasgueo discordante y su resolución se transformó en ira porque un objeto inanimado no podía vencerlo de esa forma.
Al comienzo, su profesor explicó pacientemente una y otra vez pero, después de una media hora en que, Kibum debía reconocer, tampoco había puesto de su parte, el maestro había cesado con sus ánimos y abandonado la sala dejándole como tarea la práctica constante. Kibum no tenía tiempo para eso, sus días estaban repletos de actividades y si había buscado un maestro era precisamente para aprender en las pocas horas que tenía disponibles.
Devolvió la guitarra a uno de los funcionarios y regresó enfadado a su agenda diaria, por supuesto, su actitud se reflejó en el resto de sus actividades y empeoró todo para él. Al final del día, Jinki le regaló una sonrisa apenada y un "Solo necesitas descansar, ve a casa", que solo lo hizo sentir peor porque el mayor parecía tan agotado como él.
"No pienses en eso", se dijo, desprendiéndose de sus pertenencias y dejando por una vez, que el desorden no le molestara. Había estado durmiendo en la compañía, por lo que volver después de un tiempo a su hogar se sentía extraño, silencioso y horriblemente solitario, dejó que sus pasos lo guiaran hasta aquella puerta del clóset que claramente no era el suyo, en donde los colores oscuros abundaban, cualquier persona que lo conociera un mínimo sabría de inmediato que eso no le pertenecía; sonrió, porque era ese contraste entre ambos el que los hacía perfectos para el otro. Cómo lo extrañaba, pensó tomando la manga de uno de aquellos hoddies que tanto amaba usar el mayor, tenía su aroma y atrajo al instante la imagen de Jonghyun viéndose ridículamente pequeño con eso puesto y aún así envolviéndolo con sus brazos protectores, aliviando sus días cuando se sentía colapsar.
Cuando se sintió protegido y envuelto por el aroma de la sudadera, se dejó caer letárgicamente en la cama, su cabeza palpitaba y abrumado por los recuerdos dejó que sus lágrimas cayeran sin control, no lo entendía, tenía todo, podía con todo y aún así hace un tiempo se sentía estancado, en una búsqueda infructífera de algo que devolviera su esperanza. No se trataba de las estúpidas clases, aquello solo era su forma de escapar de su soledad y aún así, lo había arruinado; mantenerse ocupado era la tónica de cada día, llenar su agenda de actividades era lo único que podría agotarlo lo suficiente para dejarlo dormir y no extrañar al resto; cada uno tenía sus actividades y lo comprendía, porque él mismo se había visto apartado de quienes consideraba sus hermanos cuando la empresa lo requería, ellos estaban surgiendo por sí mismos, continuando con su vida y él, solo no quería quedarse atrás.
No fue consciente del momento en que el cansancio lo venció, pero despertó horas más tarde, más agotado de lo que se había acostado pero también más tranquilo, liberado por el llanto quizá; aún con los ojos cerrados sonrió, porque el aroma de Jonghyun lo envolvía todo a su alrededor como si buscase su alivio, sus manos viajaron entonces hasta el cuello de la prenda que se había puesto para llevarla hasta su rostro y fue entonces cuando sintió la caricia suave sobre su cabello. Aún adormecido abrió sus ojos con dificultad, Jonghyun le sonreía cálidamente y él se sintió desorientado, no sabía qué hora era ni cuándo había regresado el mayor, tampoco recordaba que su cabello hubiese vuelto a ser negro, pero estaba allí, sentado a su lado mientras la luz de la luna que iluminaba su cuarto lo envolvía como a una aparición, y él tan solo le sonreía y lo acariciaba como si fuera lo más preciado del mundo.
—Lo eres, para mí lo eres - Respondió el mayor en un susurro y Kibum fue consciente de que había expresado sus pensamientos en voz alta.
—Jinki habló conmigo - le dijo Jonghyun; ahora, tan solo un poco más despierto notó que el mayor también lucía cansado, como si el hecho de moverse le dificultara. Kibum se alarmó y trató de moverse pero el mayor negó, y en cambio, se recostó a su lado para ver directamente a sus ojos. Las manos del mayor viajaron hasta las suyas, envolviéndolas entre medio de ambos cuerpos sin despegar en ningún momento su vista de los ojos tristes de Kibum.
—Yo estoy bien, tú en cambio te estás exigiendo demasiado.
—Quiero hacer las cosas bien. -pronunció Kibum en voz bajita y lleno de una emoción que no podía identificar, su garganta raspaba y un nudo en el pecho le pedía que no soltara las manos contrarias.
—Y eso está bien, pero todos los procesos toman su tiempo, tratar de apresurar las cosas solo va a desgastarte mentalmente. ¿Lo recuerdas?, vive un día a la vez, es una frase que tú me enseñaste cuando quería obtener resultados inmediatos - Sonrió recordando al menor sus propias palabras, porque cada vez que Jonghyun estaba por rendirse sería él mismo quien comenzaría una discusión que podría tardar días en resolverse pero que finalmente los acercaba más, cuando eran capaces de verse a los ojos y hablar de lo que realmente sentían. Cuando podían desacelerar su paso, liberar sus temores y permitirse observar a su alrededor y también, sus propios avances, aquellos logrados con algo de dolor y mucho esfuerzo, esos que realmente importaban y que parecían ignorar por intentar anticiparse a un futuro siempre incierto.
—Para mí, para quienes te amamos, eres lo mejor. Porque cada día demuestras tu valía, cada día luchas contra tus miedos y te superas y eso es suficiente, Kibum.
El menor lo contempló un momento, tratando de grabar sus facciones en su memoria mientras esta pugnaba por formar un pensamiento coherente; el cabello oscuro, la sonrisa suave, el brillo en sus ojos, su presencia.
—Te extraño - dijo entonces, olvidando el resto de sus problemas, queriendo prolongar el tiempo, permanecer en ese instante en que tanto su corazón y su mente se encontraban en paz, su pecho latiendo por la cercanía que tanto había extrañado.
—Lamento haberte dejado tanto tiempo Kibummie, prometo ser tu instructor de guitarra la próxima vez. - pronunció Jonghyun con voz baja, besando los párpados del menor y arrullándolo con una suave canción que Kibum no pudo descifrar.
La mañana siguiente despertó algo aturdido, su móvil a un lado brillando con un mensaje que cancelaba sus actividades del día y en el mueble, un anillo y una de las notas de la persona que más lo amaba.
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Mi ciudad al fin está en cuarentena, y teniendo el tiempo fue un "Manos al teclado!", más porque EliBummie querida me pidió hace tiempo un OS.
EliBummie, ya te lo dije, pero todo mi ❤ para ti siempre; porque hay un montón de gestos que pueden parecerte pequeños pero hacen de ti una de las personitas más dulces que he conocido, gracias por estar (y por compartir/aguantar mi gusto por este tipo de finales x), te deseo mucha felicidad siempre ❤
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Tu presencia
FanfictionDonde Kibum tiene un mal día y extraña a sus amigos. Un pequeño OS pensado como regalo para alguien a quien estimo mucho ❤