Sentir que tu cuerpo necesita humo en su interior no es algo muy reconfortante, aun así no era como si lo controlara, ya era necesario para sus pulmones, la nicotina ya era parte de sistema. Aunque era extraño sentir aquella ansiedad tan temprano, ni siquiera había oscurecido y Jun ya estaba en su balcón mechando la esquina opuesta de cigarrillo mientras la música fluía por sus audífonos.
Miro hacia la calle ya que el cielo estaba cubierto por el frondoso árbol de la calle. Vio como algunas personas pasaban por la vereda, solas, acompañadas, con prisa, sin prisa, cada una en su propio mundo, aunque una de ellas le llamo la atención. Un chico joven, de cabello azabache pasaba sobre su skate de cuadros blancos y negros. Él no tenía prisa, más bien parecía que estaba paseando sin ningún destino en particular.
Tal vez sintió su mirada y por eso miro hacia arriba haciendo contacto visual con en. En algún lugar había leído que las miradas eran más fuertes que los mismos gritos, en ese momento creyó que era una tontería que alguien pudiera llamar a otra persona sin sonido, pero en ese momento dudo un poco de si lo era o no.
A pesar de la distancia pudo notar sus ojos ligeramente rasgados que estaban ocultos por unos anteojos redondos de marco fino, facciones fuertes y definidas, tez pálida y cuerpo delgado, demasiado diría.
El chico sonrió, una hermosa sonrisa debía reconocer. Jun se la devolvió con una mueca que con un poco de imaginación podría tomarse como una sonrisa. Vio como el de cabello azabache tomaba sus audífonos, unos que no había notado antes, y se subía a su tabla volviendo a su camino, yendo calle abajo con un dominio admirable. Recién cuando estuvo lejos de su rango visual volvió a poner atención en su cigarro, el cual estaba casi por acabarse. Suspiro, decepcionado por desperdiciar cigarrillo ya que no había llegado ni a tres caladas contadas.
Estar de madrugada pensando en un desconocido no es algo muy usual pero ahí estaba, mirando el techo con su mente ocupada en aquellos ojos finos de aquel skater, que paso por su puerta esa misma tarde.
Al otro día salió al balcón a la misma hora, con la esperanza de verlo otra vez, aunque solo quería ver de qué color eran sus ojos, no había otra razón, o eso intentaba hacerse creer.
Y paso, para su suerte si paso. El chico de cabello azabache pasó a la misma hora por el mismo lugar, paro en el mismo sitio que el día anterior y le sonrió de la misma manera que antes. Y lo pudo confirmar, tenía una hermosa sonrisa.
Marrones.
Así eran su ojos, marrón oscuro, rozando el negro, profundos y brillantes. Preciosos, sus sonrisa y sus ojos tenían un trato secreto para coordinar a la perfección uno con el otro y armonizar con el resto de su rostro. Aquel chico era hermoso, desde su cabello hasta sus zapatillas oscuras, las cuales combinaban con el resto de su vestimenta, la cual estaba en diferentes tonos de grises y negros, contrastando perfectamente con su blanca piel.
Al otro día volvió a salir y lo volvió a ver, comenzó a hacerse costumbre verlo todos los días a la misma hora sin falta. Su sonrisa se convirtió en el pan de cada día, y lo agradecía, porque le encantaba verla.
Hasta que un día no solo fue una sonrisa, sino también una seña para que bajara a la calle y poder hacer algo masque sonreírse y mirarse. Con algo de nerviosismo bajo las escaleras de su edificio y salió a la calle.
-Hola – saludo con una tímida sonrisa al chico de cabello azabache
-Hola – devolvió el saludo con una voz profunda pero dulce en todo sentido- Me llamo Wonwoo- le sonrió, una sonrisa que lo hizo temblar, una sonrisa que de cerca era aún más hermosa, una sonrisa que se había vuelto más necesaria que la nicotina. La sonrisa que lo había encantado.
- Jun – respondió en un tono bajo pero audible – Y tienes una sonrisa hermosa – Las mejillas de Wonwoo se tiñeron de un adorable carmín, el primero de muchos.
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{WonHui} - Las siete treinta
FanfictionJun siempre lo esperaba y Wonwoo nunca fallaba.