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Su corazón estaba roto, se sentía perdido, desanimado, impotente. Sentía como si hubieran tomado su corazón y miles de personas lo hubieran pisoteado. Las lágrimas no dejaban de salir, largas, saladas y calientes, el sabor del alcohol quemando su garganta con cada trago que daba. El dolor que sentía en esos momentos no se comparaba con ningún otro, podía ser arrollado por un bus en ese mismo instante y no sentiría nada, creía que el dolor de un corazón roto era peor que el dolor físico.

Entre empujones y tropezones salió del bar, no sabía dónde estaba, o cómo se llamaba el lugar, no quería saber nada, quería solo emborracharse y olvidarse de todo, que las palabras duras y secas de su prometida no siguieran resonando en su cabeza. Un solo empujón y terminó afuera del bar, de rodillas y con la botella que traía en la mano quebrada, los pedazos de vidrio clavados en la palma de su mano derecha, sentía su mano doler, pero esta no dolía lo mismo que su corazón.

Alguien desde adentro lo había empujado, tal vez otro igual a él de borracho, pero no importaba, ahora daba gracias por estar afuera, podía llorar tranquilo, sin que las personas pasaran a su alrededor, sin la música molesta, estaba solo, justo lo que quería. Cómo pudo se puso de pie y comenzó a caminar hasta que llegó a un punto donde no pudo más y se dejó caer. Parecía que había caminado sin parar por horas pero simplemente llegó hasta la esquina del bar donde cansado se tiró sobre la acera y comenzó a llorar hasta que sus lágrimas se secaran.

Lloró por ella, por el amor que alguna vez tuvo y ahora perdió, por lo feliz que había sido al lado de ella, porque nunca pensó que el amor de su vida iba a ser la persona que más lo rompiera con unas simples palabras, porque pensó que toda su vida la iba a vivir con la persona que amaba. La persona que había escogido para pasar los últimos días de su vida sin importar qué, la madre de sus hijos, la persona a la que le había entregado todo de él, su alma y su cuerpo eran completamente de ella, pero lastimosamente ella no era para él, nunca lo fue. La vida que habían imaginado juntos ya no existiría, todo estaba roto, ella rompió todo, sus promesas y también lo rompió a él, y dolía. Escuchaba cómo las personas que pasaban por allí hablaban de él tirado en el suelo, llorando sin control, incluso llamándolo borracho callejero pero no les tomaba importancia, quería desahogarse sin importar en donde y cómo estaba.

-Hey, amigo, ¿estás bien?- Una voz cerca de él habló, era una voz seca y robusta. No contestó, tal vez así la persona se iba y lo dejaba solo.

-Disculpa, de verdad quiero ayudarte, ¿me dejarías?- Esa voz de nuevo, pensó que el dueño de la voz ya se había marchado, claro, después de no darle respuesta pensó que se iría refunfuñando y maldiciéndolo por no responder.

-Tú mano está sangrando.-

-Déjala que sangre.- Su voz salió áspera y su haraganea dolió cuando lo hizo. Sus ojos pesaban pero aún así intento abrirlos para poder ver a la persona que insistía en ayudarlo.

-Podría infectarse, vamos te llevaré a un hospital.-

-¿Por qué mejor no te vas?- Cada vez que hablaba su garganta dolía y le era difícil mantener sus ojos abiertos, lo único que quería era estar solo.

-No, déjame ayudarte.-

-No quiero tu ayuda.-

-¿Por qué?-

-Ni siquiera sé quien eres.-

-Si me dejas ayudarte te diré mi nombre.-

-No quiero nada de ti, no quiero saber cómo te llamas y tampoco quiero tu ayuda.-

-Soy Jungkook.- El chico pasó de estar de pie a ponerse de cuclillas justo al lado de él, parecía ser del tipo insistente, le estaba cansando.

-Esta bien, Jungkook, ahora puedes irte.-

-No, ya te dije mi nombre ahora déjame ayudarte.- Suspiró pesado, el chico no se iría hasta obtener lo que quería. Extendió su brazo hasta Jungkook y este solo se quedó viéndolo sin entender que hacer.

-Ayúdame a pararme.-

-Oh.- Puso una mano sobre su hombro y tomó del antebrazo para ayudarlo a sentarse, al menos eso ayudaría a saber si estaba lo suficientemente ebrio como para pararse sin ayuda.

De un momento a otro sintió cómo su mundo se venía abajo, su cabeza comenzó a doler horrible, todo daba vueltas. Sus ojos cada vez más pesaban y era más difícil mantenerlos abiertos. Su cuerpo se sentía pesado y cansado. Llevó una de sus manos hasta su cabeza para masajearla y que el dolor se fuera cosa que empeoró. Sintió movimientos a su lado y volteó hasta Jungkook quien ahora estaba sentado a su lado, ahora podía ver bien su rostro sin que ninguna luz se lo impidiera.

-¿Todo bien?-  Jungkook preguntó a su lado con la vista sobre su mano.

-¿Por qué no lo estaría?- Lo vio encogerse de hombros.

-Tu mano y el hecho de que estabas tirado en el suelo llorando parece que no.-

-Bueno, lo que haya me pasado no es nada de tu incumbencia.-

-¿Quieres hablar de ello?.- Sus ojos se conectaron con los suyos, ¿quien se creía este tipo para venir y preguntar sobre su vida como si fuesen amigos? Desvío la mirada y no respondió.

-Mi prometida terminó conmigo.- Soltó luego de unos minutos de silencio, solo de pensarlo le volvían las ganas de llorar.

-Lo siento mucho, entiendo lo roto que te puedes sentir ahora.-

-No, no creo que entiendas. No creo que alguien como tú haya alguna vez pasado por un corazón roto.- Jungkook encorvó sus cejas confundido, él sintió la mirada de Jungkook sobre él.

-¿Una persona como yo?-

-Joven y atractivo, estoy seguro de que muchas chicas y chicos están detrás de ti, te ves del tipo que rompe corazones no del tipo al que le rompen el corazón.- Jungkook bufó a un lado de él y por fin subió su mirada a él para ver su rostro lleno de confusión.

-Existe la empatía ¿sabes?-

-Lo sé-

-También deberías de saber que no hay que juzgar a las personas por su apariencia.- Tenía razón y lo aceptaba, estaba juzgando al chico por su apariencia pero estaba en una fase en la que no estaba pensando claramente, las palabras solo salían de su boca. Asintió con su cabeza dándole la razón y se quedó callado. El resto de los minutos los pasaron en silencio hasta que él decidió romperlo:

-Me dejó por mi hermano. Todo lo qué hice por ella, todo el amor que le tenía no le importó, todo se fue a la basura, mi hermano siempre se lleva todo lo que amo, ¿que tiene él que yo no tengo?- Y eso bastó para que volviera a romper en llanto, puso su cabeza en sus piernas, sus manos alrededor de sus rodillas y una vez más comenzó a llorar sin control.

-Esta bien, sácalo todo.- La mano de Jungkook dando suaves palmadas sobre su espalda como consuelo.

Lloró sin parar mientras Jungkook seguía a su lado, consolándolo, dejándole que se desahogara de todo. No supo por cuanto tiempo pasó así pero le daba las gracias a Jungkook por no haberse ido mientras el lloraba, y aunque no se conocían podía ver que él era una buena persona.

-¿Quieres que te lleve a casa?- Jungkook preguntó cuando no escuchó más llanto proveniente de él, aún sin levantar su cabeza de sus piernas asintió.

Con ayuda de Jungkook llegó hasta el auto que no reconoció hasta que este estaba en marcha. El camino fue silencioso, ninguno dijo nada más, el ambiente era relajado, la música baja de fondo en el auto, él pensado en su asiento mientras Jungkook conducía. El único momento en el que hablaba era para darle instrucciones a Jungkook sobre dónde y cuando girar. Calculo que unos diez minutos había pasado cuando Jungkook ya estaba bajando y yendo hasta el lado del copiloto para ayudarlo a bajar, por fin estaba en casa. Dejó que Jungkook buscara la llave en sus bolsillos mientras el se colgaba de sus hombros y su otra mano sostenía fuerte su cintura para no dejarlo caer. Una vez dentro lo llevó hasta la habitación donde lo ayudó a acomodarse entre las cobijas para dormir.







me disculpo si he cometido un error, las narraciones no son lo mío lol pero espero que no esté tan mal y que lo hayan disfrutado.

también les agradezco por las vistas que ya son veinte, yay!  y por los votos:< muchas gracias la verdad, se los agradezco mucho.

Fallin'       •Kookmin Au•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora