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Sakura corrió lo más rápido que sus piernas daban, no podía creer lo que había visto. No quería enfrentarlo, no tenía la fuerza para haber intervenido cuando lo vio, solo sintió que el mundo se le vino abajo y quería huir, huir lo más lejos posible.

Si tan solo hubiera manera de poder borrar el pasado... quizás borraría aquella escena, o quizás borraría todo desde el principio, tal vez nunca hubiera querido comenzar su historia con Sasuke, puede ser que su vida tomara un rumbo totalmente distinto.

Siguió corriendo, ya en los bosques fuera de la aldea las piernas se le doblegaron ante su incontrolable llanto, no podía seguir reteniéndolo ni insistirse a si misma en que debía ser fuerte y no mostrar debilidad.

Múltiples lágrimas cayeron por su rostro, gritó, golpeó la tierra con casi todas la fuerza que tenía en ese momento, hasta que por fin volvió en si misma.

Ya era tarde, pronto anochecería y debía volver a casa.

- Sarada...


Nuevas lágimas se acumularon en sus ojos. ¿Cómo volver a casa así como si nada sucediera? ¿Cómo mirar a su hija y decirle que todo está bien? Ella de inmediato sabría que algo anda mal, que su madre no está con el humor de siempre, y esos ojos hinchados definitivamente delatarían todo lo que había llorado.

- Sarada... ella no debe saber...


El recordar a su hija le inspiró nuevas fuerzas y la hizo levantarse del piso, donde yacía arrodillada ya hace varias horas. Cuando todo sucedió ni siquiera pensó en qué pasaría con su pequeña, cuando deseaba regresar el tiempo y nunca haber desposado a Sasuke. Sarada era tan importante para ella, no importaba lo mucho que doliera todo en ese momento, el amor por su hija no cambiaría y no quería por nada del mundo que ella no estuviera en su vida.

Decidida, tomó aire y se limpió el rostro. Sin grandes prisas, recorrió el bosque de vuelta a la aldea, tratando de mantener su mente en blanco y agotada luego de que tantas emociones la hubieran invadido durante el día. Rabia, tristeza, angustia, miedo, soledad, tantas cosas había sentido en ese momento y ahora es como si ya no sintiera nada, como si su mente y su cuerpo ya se hubieran rendido ante las ideas e imágenes que antes revoloteaban una y otra vez por su cabeza. Se sentía en modo automático, su mente conocía el camino a casa y su cuerpo solo se movía, era como haber renunciado a su voluntad y ahora solo se dejaba llevar.

Vio las primeras luces de la ciudad, definitivamente la noche ya se estaba haciendo presente. Sin saber por qué sonrió al ver algunos edificios característicos y a la distancia la academia ninja en la cual ella había estudiado ya hace tantos años atrás.

En ese entonces ella era solo una niña, jamás imaginó todo lo que después vendría, las peleas, las guerras, el dolor... tampoco nunca imaginó llegar a ser discípula de Tsunade, a quien consideraba admirable según lo que había oído en la aldea, pero en quien nunca tuvo ningún interés especial.

- En ese tiempo solo tenía ojos para... Sasuke...


El mencionar ese nombre le revolvió el estómago. ¿Es que acaso todo había sido un sueño? Deseaba que así fuera, pero sabía que todo había sido real.

Esa mañana había ido al hospital como lo hacía a diario, pero repentinamente recuerdos empezaron a aparecer en su mente al ver jóvenes ninja siendo atendidos por heridas menores. Seguro habría sido por algún entrenamiento o quizás alguna misión de bajo rango, ya que se veían niños aún sin mucha experiencia. Esto último podía notarlo en sus caras de preocupación al ser atendidos y los gestos, aún infantiles, de dolor cuando les hacían las curaciones. Recordó entonces sus días de Genin, la misión al país de las olas, su primera misión real.

Un fin es un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora