¡Hijo...

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Jungkook se sacó el chicle de la boca y lo pegó en una pared llena de grafittis, siguió caminando pasando por una calle oscura donde unos tipos tiraban humo con olor a marihuana

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Jungkook se sacó el chicle de la boca y lo pegó en una pared llena de grafittis, siguió caminando pasando por una calle oscura donde unos tipos tiraban humo con olor a marihuana. Uno de ellos le saludó con la mano y le ofreció peró Jungkook no aceptó, prefería el cigarro. Bajó una cuesta donde la calle se hacía cada vez más estrecha y entró a un callejón para poder llegar a lo que llamaba "casa".

El lugar donde vivía era estrecho y todas las casas estaban pegadas unas con otras, era el barrio más bajo de Nueva York. Sus pies pisaron un charco con mal olor y soltó una maldición que nadie creería qué un niño con su aspecto diría.

Jungkook tenía trece años en ese entonces y nunca olvidaría ese día. A su corta edad, debido al lugar donde había nacido y criado, había visto todo tipo de cosas. Y no era la primera vez que veía una persona muerta, pero era diferente cuando era su madre.

No lloró, solo llamó al hombre con el que se acostaba su mamá de vez en cuando y le dijo que había encontrado a su mamá muerta en el frío suelo. Una sobredosis, le llamaron. Jungkook sabía que era, muchas personas habían muerto por eso en el barrio, pero, era diferente cuando era su madre.

El hombre antes mencionado se llamaba Bulldog, como los perros. Nunca supo si era su verdadero nombre o solo un apodo, pues todos le llamaban así, incluso los policías. Lo supo cuando fue llevado por él hacia la estación de policía más cercana.

Luego fue llevado a seis casas diferentes, con diferentes familias. No fue capaz de adaptarse o quizás no quería adaptarse. Jungkook era difícil de controlar y a algunas familias incluso les hizo pasar unas terribles vergüenzas.

Nadie lo quería. ¿Quién querría un niño como Jungkook, de todas formas? Si ni siquiera su madre lo quería.

Pero al menos Jungkook tenía a la calle y a Bulldog a veces. Se sentía seguro en el barrio, pero esas casas grandes y esas familias perfectas le causaban temor. Él no pertenecía allí.

Hasta que los catorce fue adoptado por una familia coreana de renombre, la mujer era una famosa actriz y el hombre un famoso político. Los Jeon.

Jungkook no se adaptó a ellos pero ellos sí a Jungkook. La mujer dulce se enamoró de la tosquedad de Jungkook y el hombre diplomático se enamoró de la desnuda sinceridad de Jungkook. Lamentablemente, Jungkook terminó queriéndolo a ellos también con sus defectos, aunque no se los decía. Aparte de que él se convirtió en lo más importante para el único hijo de la pareja, Taehyung básicamente no podía vivir sin Jungkook luego de una semana.

Jungkook no dejó de ser él y aunque para los Jeon era difícil, nunca lo abandonaron y Jungkook aprendió a agradecer eso.
Las cosas se pusieron más difíciles para Jungkook cuando tuvo que irse del país donde nació al lugar de nacimiento de su madre fallecida y sus padres adoptivos: Corea.

El chico sabía hablar el idioma pero tenía dificultades con la escritura y la lectura, los Jeon dijeron que le pagarían a un tutor por eso para que no se atrasara en clases.

Ahora, Jungkook tenía dieciséis años y estaba viviendo en Corea desde hace once meses. Y sí seguía siendo Jungkook.

-¡Oye hijo de puta! -Era su frase favorita, básicamente saludaba con esa frase, a los estirados con los que convivía diariamente, en el sector y colegio, les fastidiaba y eso hacía que él fuera feliz- ¡Culón! -Grito golpeando el trasero de su mejor amigo con la palma de su mano, asustándolo pero luego haciendo que riera- ¿Cuántas pollas has comido hoy?.

-Ninguna, cariño. Me estaba reservando para ti.

-¡Perfecto porque pienso violarte la garganta hoy!

La reacción de los demás estudiantes era la diversión de ellos en el día a día. Hoseok combinaba tan bien con él que se cuestionó si debería casarse con él, luego intentó imaginarse besando a Hoseok y sintió asco. Besar a Hoseok sería como besar a su hermano adoptivo Taehyung, vomitivo.

Cuando conoció a Hoseok estaba siendo molestado por unos chicos con la excusa de que era homosexual, Jungkook no lo pensó dos veces para mandar a los cincos chicos mayores por dos años al hospital. Jungkook estuvo a punto de ser expulsado si no fuera por el señor Jeon, su padre. Pero ganó un increíble amigo, Jung Hoseok. Ahora eran inseparables.

-¿Como esta Taehyungie, Kook?

-¿Está mejor, ya no tiene fiebre y no tengo que estar limpiándole el culo.

-Te dije que podía cambiar contigo, yo lo haría encantado.

-Taehyungie es un niño, pedófilo de mierda.

-Tengo dieciséis y él trece, solo son tres años. Así que no, no soy un pedófilo de mierda.

Jungkook rodó los ojos y prefirió prestar atención al gordo calvo que daba clases de matemáticas antes que escuchar las teorías sobre las ganas no-pedófilias que su mejor amigo le tenía a Taehyungie, su hermanito. Que horror.

Jungkook caminaba hacia su casa más tardé de lo normal sin permiso de sus padres, era algo que hacía con frecuencia así que solo estaba tranquilamente marchando por la calle. En un momento se paró, miro a los lados vigilando que no haya nadie y sacó un cigarrillo, en cuanto intentó prenderlo alguien se lo arrebató de las manos. Subió la mirada decidido a golpear a quien sea que se haya atrevido pero quedó hipnotizado.

Era un chico mayor que él. Era alto, delgado, con un rostro definido y labios carnosos. Jungkook lo estudió, podía ver sin analizar mucho que era de dinero como la mayoría de Gangnam, su ropa decía costosa donde sea que se viese y el menor no pudo evitar mirar fijamente el pantalón de tela presionaba sobre el miembro del otro y luego se apretaba por sus muslos, piernas, hasta llegar a los tobillos.

-¡Niño, no puedes fumar!

-¡Eso es algo que ya sé! ¡Hijo de puta!

Luego Jungkook corrió hacia su casa sin reparar en el rostro de asombro que había dejado en el mayor.

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