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Seokjin era de familia rica, sus padres eran importantes representantes de la música clásica en Corea e internacionalmente

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Seokjin era de familia rica, sus padres eran importantes representantes de la música clásica en Corea e internacionalmente. Su padre era pianista y su madre violinista y deseaban que su hijo siguiera el camino de ellos pero Jin nunca pudo aprender a tocar ni una flauta y se dió cuenta de que su talento recaía en otro lado: la literatura.

Jin amaba escribir y su especialidad era la poesía romántica. Nunca se había enamorado pero creía que el amor era el sentimiento más hermoso que existía y que quería fervientemente sentirlo.

Jin era refinado y delicado. Cuidaba mucho de sí mismo y tenía ese aura que destilaba divinidad y realeza. Yoongi, su mejor amigo, solía llamarle "príncipe" por esa misma razón.

Los padres de Jin lo criaron enseñándole lo superficial de la vida y Jin amaba lo emocional. Sus padres le enseñaron como comportarse y Jin solo quería saber como sentir. Sus padres le enseñaron cómo vestirse y Jin solo quería saber cómo a amar. Pero sobre todo, Jin quería aprender a ser feliz , nunca vio a sus padres sonreír ni una sola vez.

Todos envidiaban la vida del joven Kim, como era su apellido, pero en realidad era vacía. Jin nunca aprendió como sonreír.

La sociedad en la que convivía era tan asfixiante que Jin solo quería escapar. Pero para cuando Jin cumplió los diecisiete se dio cuenta de que era imposible huir de esa vida.

Logró que sus padres lo dejaran estudiar literatura y para Jin, fue incluso mejor regalo que los autos y las ropas costosas que solían darle todos los años.

Con sus veinte años, Kim se convirtió en esas personas que una vez tanto criticó. Un idiota estirado que no ve más allá de lo superficial. Para él, no había otra opción y los poemas eran su escape.

- ¿Príncipe, vienes a mi casa hoy?

-Sí, claro, te prometí que escribiría la carta para el insoportable de Jimin.

-Más respeto, es mi futuro esposo.

Su mejor amigo era un caos, todo por el chico popular de la universidad que estudiaba diseño de moda. Era atractivo, sí y todos lo amaban, pero Yoongi exageraba porque ya eran veinte rechazos contados y aún así no se rendía.

Conoció a Yoongi en la secundaria, no era un chico igual a él, era de clase media por lo que sus padres odiaban la amistad que tenía con él. A Jin no le importaba porque Yoongi era el único que estaba cerca de él siempre y que lo estaría aún si Jin se convirtiera en un vagabundo de la noche a la mañana. En conclusión, era la única persona que no le buscaba por interés. Aparte de Namjoon, claro está, pero Namjoon era diferente porque era del mismo estatus que Jin.

-Ahora que pienso en Namjoon, no lo he visto hoy...

-¿No lo supiste? Lo agarró la policía de nuevo. -Le respondió Yoongi-

-Valla, un récord, esta vez pasó un mes sin estar tras rejas.

-Me dijo que saldría seguro hoy, irá a mi casa también.

Namjoon era problemático, todo un rebelde sin causa, Yoongi y Jin terminaron por acostumbrarse a él. Era un caso perdido. Hacía todo para llamar la atención de su padre, un empresario las veinticuatro horas al día. Estaba mal y Jin intentó decírselo pero no había forma de cambiar a Namjoon. Por eso Namjoon no era considerado ni siquiera amigo para Jin aunque era realmente cercano a Yoongi.

A Jin le repugnaba ese tipo de personas.

Jin llegó a su casa a eso de las seis y su madre le regañó por eso, se suponía que a esa hora debía estar estudiando, no "malgastando su tiempo con amigos inútiles". Su madre podía ser realmente fastidiosa a veces así que salió a tomar aire fresco después de darle un beso en la mejilla a su mamá.

Regresando a casa de su paseo, vio a un chico con uniforme escolar sacar un cigarrillo dispuesto a fumarlo. Jin se escandalizó y le quitó el cigarrillo de las manos.

Miró el rostro de ese chico, era tan tierno, no se veía como esos chicos rebeldes que fumaban por romper las leyes.  Por que sí, es ilegal que los menores fumen.

El chico le miraba, como analizándolo, pero a Jin solo le dio pena porque realmente el niño era lindo y toda una dulzura. Pero en cuanto abrió la boca para responderle, toda dulzura se fue.

-¡Ya lo sé! ¡Hijo de puta!-

No se lo esperaba, nunca nadie le había dicho algo así. Era desagradable. Ese chico era tan o más desagradable que Namjoon. Cambió su cara de asombro por una de asco y decidió irse sin darse cuenta que caminaba por el mismo camino que el chico antes corrió.

¡HIJO DE P...! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora