Prólogo

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Felix el gato, un joven cartoon adentrándose al mundo de la actuación entra a un instituto en donde sus habilidades serán pulidas a la perfección y listas para cualquier oportunidad que sus creadores tengan de lanzarlos a la pantalla y si hay más suerte, al estrellato.

Poco imaginaba que su primer día se vería arruinado desde que puso un pie dentro de esta institución pues cartoons de un alto rango comenzaron a acosarle y a decirle que nunca lograría ser reconocido, que solo traería vergüenza al estudio y personas que se encargaban de darle vida, era fuerte mentalmente así que sabía que esos comentarios ni por poco lo desanimarían , lo que le molestaba es que desde el primer día lo vieran como un sujeto débil que solo va de paso como muchos otros ahí... Pues no, el estaba empeñado en que dejaría una huella en el mundo, quería que aunque pasaran los años personas lo reconocieran, que tuvieran buenas anécdotas viendo su propio programa pero lo más importante, quería que sus padres y creadores estuvieran felices de su creación.

Así se hizo de una pequeña rutina la primera semana de clase, llegaba, escuchaba malos comentarios de él, tomaba clase, lo molestaban durante esta arrojandole pequeñas bolitas de papel... Hasta que en su segunda semana algo cambio, no escucho más burlas ni tampoco habían hostigaciones por parte de sus compañeros "Se aburrieron de molestar" Pensó y aunque disfrutó ese día sin ser el blanco de burlas de alguien su felicidad no duraría muchos. A penas salió de su última clase fue acorralado por un grupo de toons que se notaba, no tenían las mejores intenciones con el felino.

Pronto y sin saber cómo reaccionar al instante recibió un golpe en el estómago haciendo que este perdiera el aire por un momento, otro golpe se dirigió a su rostro el cual al hacer impacto lo mandó directo al suelo. Felix sabía que no podía defenderse, no porque no supiera pero simplemente eran demasiados para que los despachara a todos, lo único que podía hacer era soportar los golpes y patadas... Hasta que alguien acudió a su rescate.

- ¡Basta! ¡Dejenlo! .

El novato sintió como aquellas agresiones cesaban poco a poco siendo que aquel que lo había salvado ahora tenía la atención de sus agresores, con un poco de esfuerzo logró ver de quien se trataba: Un conejo con un semblante firme y algo apático, no llevaba guantes como la mayoría de los toons, bastante elegante a su parecer. Aquel grupo que molestaba Felix no les hacía mucha gracia que los interrumpieran y mucho menos si se trataba de aquel personaje.

- ¿Qué no escuchan? ¡Dejen en paz a este pobre toon! ¿ O es que a caso se les olvida que puedo usar esto? .

De detrás de la espalda sacó lo que parecía ser un control remoto con un enorme botón rojo al centro y una especie de antena, ante la presencia de este aparato algunos del grupo se pusieron nerviosos pues sabían que podrían llevarse un buen choque de energía si provocaban al conejo, sin embargo el que parecía ser el líder se acercó al defensor con burla arrebatando y lanzando aquel objeto a algún lugar.

- No eres más que un cobarde, Oswald, sin esa porquería estás indefenso así que será mejor que te vayas si no quieres unirte al idiota de ahí.

- No me interesa, el tipo nunca les hizo nada y no pienso dejar que reciba una paliza de unos imbéciles que no pueden ni hacer un papel decente en las obras de teatro.

Aquel comentario encendió la mecha de ira de todos esos toons haciendo que ahora Oswald fuera el acorralado, Felix estaba asustado pues alguien estaba a punto de recibir una paliza solo por defenderlo, quería ayudarlo aunque fuera a escapar de ahí pero aquellos golpes le impedían moverse con rapidez... Pero el ver el ahora rostro decidido del conejo le hizo entender que el podía con la situación.

- ¡Hoy te mueres, Disney!

- Uy lo siento, no es mi culpa que ni un simple árbolito puedan imitar.

Agregó con burla aquel toon esquivando en el proceso un golpe por parte del líder dando así inicio a una fuerte riña.

. . .

Por fortuna nadie salió herido de gravedad pero todos se llevaron un buen castigo, claro que el de Oswald y Felix fueron menores a los del grupo. Todos se quejaban de dolor en la enfermería de la institución al ser curadas y limpiadas sus heridas, en el caso de Felix lo que más le preocupaba ahora era dar las gracias a ese toon que lo había ayudado sin dudarlo sin embargo este ya había salido de aquel aula sin dejar rastro alguno, pero no había razón para desesperarse pues amablemente preguntó a la enfermera que lo atendía si conocía algo de aquel conejo a lo que solo pudo decirle su número de casillero.

Con un poco más de movilidad corrió buscando el casillero que la enfermera le había indicado introduciendo en este, por una de las rejillas, una pequeña nota a la vez que rápidamente se iba del lugar antes de que la campaña que finaliza las clases sonara. Observando desde lejos vió a Oswald encontrar la nota a lo que simplemente esbozó una sonrisa ladina, tal vez no le bastaría la vida para agradecerle lo que hizo por él pero desde ese momento estaba dispuesto a hacer lo fuera por él... Aunque debía admitirlo, también quería conocerlo.

Disculpa las molestias [Oslix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora