Capitulo único

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Era un hermoso día en Snowdin, de esos en que la nieve a dejado de caer para dar paso a un clima más tranquilo y con un ligero aumento de la temperatura, realmente un día agradable para Sans quien se preparaba para visitar a su adorado hermano.

—Ok...— miro a su alrededor asegurándose de no olvidar nada —¡Ah!, las flores.

Con premura se devolvió a la cocina en búsqueda de aquel ramo de flores amarillas, las había comprado el día anterior para llevarlas hoy, sabía que a Papyrus le gustaban.

Ya en la puerta de su hogar miro nuevamente si algo le faltaba, posando sus ojos en aquel calcetín sucio que aún permanecía en esa esquina.

—A la vuelta lo recogeré, bueno... tal vez jeje— dijo en voz baja mientras cerraba la puerta.

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Todo era tranquilo aquel día en Snowdin a excepción de la casa de ciertos hermanos esqueletos. Como cada mañana el menor de ellos sacaba a la fuerza a su mayor para que calibrase sus puzzles, que poco o nada eran, y con el patrullaje de humanos con el que menor siempre insistía.

—¡Sans! ¡huesos flojos!, ¡cumple con lo que me prometiste!— miraba molesto a su hermano quien permanecía tirado aun en el piso, ni trayéndolo a rastras éste pensaba levantarse.

—Vamos bro, ¿cuánto tiempo llevamos haciendo esto?— su rostro era de cansancio —Un humano no cae todos los días además, ese es trabajo de la guardia real, no nuestra.

—¡Silencio! ¡Yo el gran Papyrus, seré el próximo en capturar un humano siendo reconocido por todos!— hablo con un semblante heroico y noble mientras Sans se levantaba del piso suspirando.

—Ok hermano, sabes que cuentas conmigo.

—¡Nyehehehehe!

(...)

Luego de aquella movida mañana y para sorpresa de ambos esqueletos, ese mismo día fue que se encontraron con el humano llamado Frisk, siendo el mas sorprendido Sans ya que realmente no pensaba en que verían a uno de cerca y mucho menos vivo.  A pesar de la desconfianza que mostró al principio, el mayor de los hermano se dio cuenta que el chico no era alguien malo, su simpatía y buena voluntad con su hermano Papyrus al realizar sus puzzles entre otros detalles, le hizo pensar que lo que le decía su instinto era una exageración, ese pequeño y débil humano no podía ser peligroso ¿cierto?.

Pasado unos días todo el underground estaba enterado de la existencia de aquel carismático y amable humano llamado Frisk, incluso el Rey Asgore desistió de la idea de lastimar a tan pacífica criatura para liberar a su pueblo siendo éste mismo quien aprobó aquella decisión, pero a pesar de todo, Sans tenia una pequeña espina de incertidumbre en su alma que no lo dejaba entregar totalmente su confianza al chico.

—...Ans...— un murmullo lejano trataba de llamar su atención.

—Sans...— nuevamente y mas cercano.

—¡Sans!, ¡otra vez tienes la cabeza en la luna!— gritaba el más alto, ya era el tercer intento de que le pusiese atención.

—¿Eh?, ¡ah! lo siento bro— nuevamente su mente divagaba pero necesitaba ocultarlo de su hermano para no preocuparlo —Jejeje sólo tenia la cabeza...

—¡Sans, no!- su cara ya comenzaba a expresar fastidio por lo que diría su hermano.

—Sobre lo huesos...— dijo mirando con burla al menor, disfrutaba ver sus expresiones ante sus malos chistes.

—¡Nyeh!— dio un grito agudo de frustración, con su hermano siempre sería lo mismo, no cambiaría —¡Me voy!

—¿Dónde iras?— pregunto, realmente no había escuchado nada de lo que su hermano le dijo hace sólo unos momentos.

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