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Pensé todo el tiempo en el chico tendido en el suelo frío. Pensé en él mientras el dueño de la tienda ponía la denuncia por teléfono a la policía y se quedaba viendo el programa hasta el final, también cuando me dijo que me fuera si iba a quedar toqueteando los caramelos sin comprar nada y también mientras la policía se dirigía al lugar después de mil vueltas. Sin embargo hacía ya rato que el chico estaba muerto cuando llegaron.
El problema fue que resultó ser el hijo del dueño de la tienda.

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Me quedé sentado en un banco de la comisaria balanceando las piernas, que aún no me llegaban alsuelo. Las movía de manera alterna y eso levantaba un vientecillo frío. Ya había entrado la nochey me moría de sueño. Justo cuando iba a dormirme, apareció mi mamá por la puerta de lacomisaria. Al verme, se puso a gimotear y a acariciarme la cabeza sin parar hasta que me dolió.
Pero, antes de que se apaciguara su alborozo por haberme encontrado, volvió a abrirse la puerta y entró el dueño de la tienda. Llegó con la cara bañada en lágrimas y lanzando aullidos desgarradores mientras lo sostenían varios policias. Tenía una expresión completamente diferente
a cuando estaba en la tienda viendo la televisión. Se dejó caer en cuclillas temblando y empezó a golpear el suelo con los puños. De pronto, se levanto de un salto y comenzó a gritar y a señalarme con el dedo. No podia entender todo lo que me decia, pero logré captar lo siguiente: « Si lo
hubieras dicho de un modo más serio, no habría sido tan tarde ». A su lado, un policía lo calmó diciéndole: « No ve que no es más que un niño? », y lo sostuvo cuando se dejó caer de nuevo al
suelo.
No comprendía por qué me reprendía aquel señor. Yo era serio todo el tiempo. De hecho, jamás me reía ni me excitaba, de modo que no había ninguna razón para que me dijera aquello. Sin embargo, como era demasiado pequeño para expresarlo en palabras, me quedé callado. Fue mi
mamá la que habló en mi lugar. En un abrir y cerrar de ojos, la comisaría se convirtió en un caos por los gritos del hombre que había perdido a su hijo y los gritos de la mujer que había encontrado al suyo.
Esa noche jugué con los bloques de construcción, como siempre. Hice una jirafa que se convertía en un elefante cuando le doblaba el cuello hacia abajo. A mi lado, mamá no dejaba de
escrutarme

-¿No tuviste miedo? me preguntó.

-No-le respondi

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No sé cómo, pero muy pronto corrió el rumor de lo que pasó aquel día. Sobre todo, el hecho de que no se me movió un músculo de la cara a pesar de que vi a una persona morir a golpes. A partir
de entonces, comenzaron a ocurrir las cosas que tanto preocupaban a mamá.

Todo se agravó cuando entré en la escuela primaria. Un día, una niña que caminaba delante de mí cuando salíamos de la escuela tropezó con una piedra y se cayó de bruces. Como me impedia el paso, me quedé esperando a que se levantara con vista fija en el pasador de Mickey Mouse que sujetaba su pelo a la altura de la nuca. Sin embargo, la niña se quedó tirada en el suelo sin parar de llorar. De pronto apareció su madre y la ayudó a ponerse en pie.

-¿No sabes preguntarle a una compañera que se ha caido si no se ha hecho daño? Eres peor de lo que me han contado-dijo la madre mirándome enfadada.

No se me ocurrió qué contestarle, así que me quedé con la boca cerrada. Los chicos se arremolinaron alrededor de nosotros al percatarse de que había pasado algo y sus cuchicheos llegaron hasta mis oídos. No podría asegurarlo, pero creo que repetian lo que me acababa de decir la madre de la niña. La que me salvó de aquella situación fue mi abuela. Apareció de la nada, como Wonder Woman, y me alzó en sus brazos.

-No hable sin saber. Su niña tropezó por accidente, por qué le echa la culpa a mi nieto?

Después de arremeter ásperamente contra ella, no se olvidó de darles su merecido también a los chicos:

-¿Qué estáis mirando? ¿ Os parece divertido? ¡ Fuera de aquí, mocosos!

Cuando nos alejamos del gentío, alcé la vista para mirar a mi abuela. Tenía los labios fuertemente apretados.

-Abuela, ¿ por qué dicen todos que soy raro?

Borrando la mueca de su boca, me respondió:

-Será porque eres especial. La gente no soporta a los que son diferentes. ¡ Ay, mi hermoso monstruito!

Al decirme esto, me abrazó con tanta fuerza que me hizo daño en las costillas. Ya me habían llamado «monstruo» alguna vez pero ella era la única que me lo decía sin darle un sentido negativo.

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⏰ Última actualización: Aug 11, 2020 ⏰

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Almond - Won-Pyung SohnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora