la fée

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Jungkook nunca antes había estado en un bosque tan grande y recóndito como el de las Landas; la grandeza de los árboles cernidos sobre su coronilla era difícil de admirar sin que sus pupilas se dilataran de la excitación.

El lugar estaba cargado de una magia que iba abrazando a Jungkook cada vez que daba un paso más dentro de la espesura del bosque. Las ramas crujiendo bajos sus pies le producían una sensación extraña de satisfacción, los tenues rayos del sol filtrándose por las coronas de los altos árboles lo regocijaban.

No había mucha brisa, por no decir, que no había ninguna; ni una caricia del viento en el rostro del chico, sin embargo, no hacía calor. Aunque el ambiente estaba húmedo.

Uno que otro sonido llamó la atención del pelinegro varias veces haciéndolo girarse sobre sus pisadas, descubriendo que estaba totalmente solo. Había leído que en las Landas por lo general no hay animales salvajes a los que temer por lo que no se preocupó, seguramente la mayoría de los sonidos eran las ramitas que caían gracias al peso de los pájaros.

Pájaros sí que había; los veía a la lejanía en sus nidos y más de uno se cruzó por encima de su cabeza volando rápidamente largos metros de distancia.

Jungkook era un chico de ciudad que amaba inmiscuirse en la naturaleza, observarla en su estado inerte y llevarse recuerdos de ella a través de su cámara fotográfica.

Varios click en el artefacto que llevaba en el cuello y para luego de una hora de estar caminando entre los vastos y extensos caminos de las Landas, tenía una docena de fotos que mostraría a Antoine y Adelaide.

Jungkook sonreía ampliamente cada vez que revisaba su cámara y daba con una hermosa fotografía que guardaría para la posteridad; no todos los días podría decir que se adentró en un bosque donde se rumoreaba que existían las hadas y que además consiguió un hermoso lago que muy pocas personas habían visto.

El tema con el lago era que, al quedar muy profundo en el bosque muchos viajeros no tenían la paciencia u ociosidad de llegar hasta él. Sin embargo, las pocas fotos que había visto Jungkook en internet definitivamente hacían valer la pena todo el cansancio que su cuerpo empezaba a sentir.

Tomó un poco de agua y se quitó el sudor de la frente, a pesar de que aún no hacía mucho calor tuvo que quitarse el suéter felpudo y amarrárselo a la cintura porque la piel empezaba a picarle.

Se ordenó el cabello por detrás de las orejas y siguió caminando, sus botas de punta de hierro se abrían paso entre el alto monte y las rocas repartidas por el sendero que de no ser por las botas le hubiesen cortado los pies. 

Algunos mosquitos lo fastidiaron durante el trayecto pero se las atañó para seguir ignorando la constante molestia de los zumbidos irritantes.

Malditos seres del infierno.

Los sonidos de los pájaros cesaban por ratos y luego, como si su intromisión los molestara, chillaban reclamando al aire.

A casi dos horas de seguir el mapa que había guardado en su teléfono, Jungkook empezaba a sentirse cansado y sus pulmones pedían cada vez más oxígeno. Sin embargo, no podía descansar pues aún no encontraba un lugar decente para por lo menos sentarse a reposar los pies. 

Se volvió a secar todo el sudor de la cara y pronto se encontró así mismo echándose un poco del agua de beber en el rostro pues sentía una capa gruesa y pegajosa de humedad en la cara. Se ajustó los tirantes de la mochila y continuó su trayecto sin prisa alguna, si empezaba a acelerar el paso se iba a cansar más rápido y nunca encontraría el lago. 

poussière de fée → kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora