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— ¡Jeon JungKook! —llamó YoonGi, mientras caminaba hacia el salón con el ceño fruncido—.
¡¿Qué te he dicho sobre la cocina?! ¡Recógela!

A YoonGi no le gustaba el desorden, podía ser un perezoso y un dormilón pero un desordenado no. Y precisamente su compañero de piso lo era, preparó un pastel esponjoso recién hecho, que ahora reposaba en la mesa. Como consecuencia a eso, la cocina estaba patas arriba.

— Ay, ¡Hyung! ¡Ya iba! —estaba tranquilamente jugando a Call Of Duty en su móvil cuando el mayor lo llamó molesto.

— Ibas, ¡mi pie! Ves, ahora mismo. —dijo quitándole el celular, cosa que al castaño le molesto bastante.

— No me iba a cabrear... ¡¿pero por qué demonios me lo quitas?! ¡¡Estaba en medio de una partida!! Si pierdo, te juro que me las pagarás. —se levantó de donde descansaba y fue a la cocina enfadado—. ¡Juega por mí!

Los gritos y las quejas de JungKook eran irritantes para los oídos del pelinegro. Jugó a ese dichoso juego, matando solamente a una persona y muriéndose unas 7 veces haciendo que al otro equipo se le incrementaran las kills que tenían. Ganaron, pero por poco, perdían.

— A esto se le llama suerte. Min YoonGi, un genio sin duda. —sonrió y dejó el dispositivo. Fue donde se encontraba el menor y lo miraba desde el marco de la puerta.

JungKook tarareaba algo más calmado mientras limpiaba los utensilios y los trastos que había usado.

— ¿Ya no estás molesto? —preguntó el mayor y el menor se quedó callado y cambió su expresión a una más seria.

— ¿Tú que crees? —contestó con aquel tono frío, ya no estaba tan enfadado como antes pero seguía molesto con él.

— Lo siento, Kook... Sé que no te gusta que te quiten el móvil mientras juegas o que algo te interrumpa, pero a mí tampoco me gusta que hayas dejado la cocina hecho un asco, ¿estamos en paz?

Sí, esa era la manera de pedir perdón al estilo YoonGi, el menor lo miró fulminante para murmurar un "lo que sea" y siguió con su tarea.

El pelinegro se fue y se dirigió a donde estaba aquel postre. Probó bocado de lo que había hecho JungKook, no lo iba a negar, estaba buenísimo; la contextura del pastel y lo esponjoso y suave que era, las papilas gustativas del mayor estaban encantadas.

JungKook vio la escena de cómo su Hyung se comía la tarta que había hecho mientras esbozaba una sonrisa y se dirigió al lado suyo.

— Veo, que está bueno... ¿no? ¡Dame un poco! —abrió su boca mientras sonreía. YoonGi lo miró ¿asqueado? Más bien, confundido, entonces el castaño hizo un puchero—. ¡Dame!

Siguió abriendo la boca hasta que el mayor llevó en una cuchara un trocito de pastel que había cortado a la boca del chico insistente y sonrió de nuevo. Haciendo que el corazón del pelinegro revoloteara rápidamente y que también sonriera inconscientemente.

Se sentó en el sofá después de aquella escena, JungKook siguió comiendo algunos trozos de su pastel, hasta que fue donde YoonGi.
Un silencio incómodo reinaba ahí entre ambos, desde aquella escena aquellos dos pensaban en los actos que habían hecho, cosa que se avergonzaron de ello.

Ellos eran muy unidos, compartían el mismo estilo de ropa y eran sarcásticos, tenían muchas cosas en común, parecían almas gemelas... Pero casi nunca se demostraban cariño o algo de afecto, o contacto físico.

Al mayor nunca le había gustado el contacto físico y JungKook lo sabía, pero por una extraña razón quería que su Dongsaeng se lo diera, quería sentirlo, quería sentir el cuerpo y la calidez que le transmitía el castaño.
Por otro lado, al menor le daba vergüenza, por mucha confianza que tuviesen, le daba vergüenza pedirle o hacer algo de ese contacto, temía a que su Hyung lo mirara asqueado, se incomodara o lo alejara.

¿Sientes lo mismo que yo? // YoonKook OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora