prologo

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Me estaba quemando por dentro, por las palabras que mi propia madre me decía, podía sentir a mi corazón latir por mil, toqué mi abdomen lleno de moretones, dolía, dolía mil demonios, mis orejas dolían de estar tanto tiempo escuchando los gritos de Coraline Smith,

mientras que el hombre rubio me miraba con desaprobación, sentía que mis piernas me dolían estaba apunto de caerme, pase mi mano por el frente donde esta sangrando por causa de de los golpes que le daba la mujer, quería llorar, de verdad lo deseaba, tirarse a la cama y refugiarse en las sabanas como la ñina de ocho años que era

-¡ME ESCUCHASTE NIÑA MAL CRIADA!-grito la mujer del vestido rojo mientras me empujaba por atras, tube que sujetarme con la pared para no caer escaleras para abajo, contenía la respiración mientras evitaba mirar a los ojos a la mujer que tenía como madre-¡TE HICE UNA PREGUNTA!volvió a gritar mientras me daba un puñetazo en la cara, y en ese momento levanté la cara para mirar a la mujer que tenía como madre, llevaba un vestido rojo fuego que combinaban con sus labios bien carnosos que le gustarían a cualquer mujer tenerlos, sus ojos verdes perfectos se chocaron con unos azules hermosos, -¡CONTESTA!-Esclamo la mujer rubia mientras le abofetea a la niña pequeña

-te escucho madre- contesto la castaña lo más firme que podia mientras sus dos hermanas contenían la risa,-como no escucharte si me gritas a la oreja- ese fue el colmo David le tiró por las escaleras, cada paso que da su dolor se multiplicaba por mil, se contuvo un grito ahogado mientras intenta parar con sus manos, solo logro ir a más velocidad que la anterior hasta llegar al suelo,lo último que escucho antes de desmayarse fue escuchar las risas de Amelia y Emily Smith, luego todo se quedó en negro

Elizabeth Macgarrett y el comienzo de todoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora