Seventeen~ [Aideku]

IV

e n j o y i n g   t h e   s i l e n c e

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Los estudiantes del aula 3-A de la prestigiosa academia UA finalmente se encontraban realizando la prueba de resistencia de la cual se les había informado, y hasta hacía unos minutos, tras aquel tedioso e incómodo reencuentro con sus compañeros a la hora de calentar, el heredero de One for All ansiaba el comienzo de esta con la estúpida esperanza de poder poner distancia entre los demás miembros de su clase y él.~

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700 metros, 750, 800.

Harían falta muchos más para poder cansarle, pero aquella vez de verdad necesitaba parar. Nadie en aquel lugar parecía tener consciencia de cuánto estaba luchando contra la necesidad de escapar de allí y esconderse de vuelta. Su fortaleza física no podía interferir en su mundo emocional, y por cruel que le sonase planteárselo, era débil. Débil, o no tan fuerte como para soportar aquel nivel inhumano de presión.

Débil, o no tan fuerte como para enfrentarse con suficiente valentía a los demonios del exterior, mientras trataba de calmar a los de su interior.

Y es que, llevaba apenas tres minutos corriendo y su respiración estaba a minutos de anularse, pero no por el cansancio, sino por el excesivo peso con el que la ansiedad intimidaba a sus pulmones. Aunque quizás alguien, aunque solo fuese una persona, sí había percibido como sus piernas se veían trémulas de forma demasiado prematura, cómo había adelantado varias veces a un pequeño grupo de alumnos que se esmeraba con sospechosa persistencia en quedar a su altura y cómo su expresión era absolutamente nublada por la incomodidad. Si al menos el joven hubiese sabido esto, habría deseado que el que lo hiciese fuera su patrón y profesor, All Might, pero éste se encontraba demasiado cegado por el optimismo que le brindaba el ver de nuevo a sus alumnos; mientras, unos ojos ligeramente inyectados en sangre se fijaban en aquella estampa que comenzaba a despertar sus nervios.

Algo ahí estaba mal, era lo suficiente ágil mentalmente como para haberlo notado. Su ceño estaba fruncido mientras un casi imperceptible cosquilleo se mantenía en su palma izquierda.*

Entre tanto el peliverde, exaltado, giraba su cabeza para encontrarse con su compañero eléctrico y... oh, dios, Mineta, corriendo detrás de él con sus ojos fijos en lo que quería creer eran sus piernas. Mierda, cerró sus ojos con impotencia y frustración, encontraba tentador el gritar en ese momento. Clavó su mirada en Denki en un intento desesperado de demostrar imponencia y conseguir aquella tranquilidad tan infravalorada a la que le invitaba el ser respetado, pero su plan fue abruptamente destrozado cuando el rubio le guiñó un ojo y sonrió ladino. Sorprendido de forma demasiado desagradable miró de nuevo al frente rápidamente y abrió sus ojos cuanto pudo.

La escena fue coronada cuando escuchó:

- ¡Ser tan tímido tan sólo te hace más irresistible!- Su voz no dejó de ser tan molestamente socarrona cuando añadió- ¡No sé cómo no lo noté antes!

Midoriya entendía que si le espetaba aquello era porque sus profesores estaban muy lejos como para escucharlo, y por patético que fuese, aún se preguntaba si eso probaba que en realidad no estaba loco; que lo que le estaba pasando no era normal.

Volvió a exprimir sus fuerzas para correr lejos de su compañero, el esfuerzo que estaba haciendo era insano. El calor que se expandía por su cuerpo esta vez no era agradable, era un inquilino no invitado a su pecho, otro factor de la situación que magnificaba su impotencia y le hacía querer arrancarse la piel. Sus parpados inferiores comenzaban a humedecerse por las lágrimas que no había logrado retener, y aquella amarga sensación en sus bolsas oculares le llevaba inevitablemente de nuevo a su infancia, a aquellos momentos en los que había deseado ser invisible, a aquellos murmullos que misteriosamente se apagaban cuando él se acercaba. A aquel ruidoso zumbido en su cabeza que le recordaba el por qué era tan peculiar, por qué nadie se iba a fijar en él más que por ser un bicho raro y aquella risa burlona de su propia consciencia al recordarse que tendría que asumir el vivir en aquel horrible cuerpo por mucho que no lo desease.