En mi oído izquierdo se extendía aquel agudo pitido que con constancia me hacía difícil conciliar el sueño, era tan irritante que sentía que mi cabeza podría estallar en cualquier instante. Golpeé suavemente mi frente con la palma de mi mano en un intento de que desapareciera ese maligno sonido, aunque no funcionó del todo logré ignorarlo concentrando mi audición en las múltiples conversaciones dentro del aula, eran tantas que siquiera podía oír alguna con exactitud.Qué fantástico es el poder del cuerpo humano al lograr disuadir algunos sonidos, pensé.
Estaba tan pérdida navegando en mis pensamientos que no pude notar que alguien intentaba entablar una conversación conmigo, o al menos eso creía.
—¿Tienes un bolígrafo extra?— preguntó el chico que estaba sentado a mi lado por segunda vez.
—Sí — tomé el bolígrafo negro que estaba a un lado de mi libreta y extendí mi mano para entregárselo.
Tomó el bolígrafo y enseguida empezó a escribir. ¿Por qué no me había dado las gracias?
Incliné mi cabeza suavemente para poder observar con precisión al sujeto al que le había prestado mi pertenecia. Sin embargo su sedoso cabello negro cubría parte de su rostro, supongo que pudo percibir mi mirada fija, porque como por inercia volteó su rostro con rapidez. Evalué velozmente sus rasgos con claridad, es envidiable su piel suave y pálida, sus ojos poseen una forma almendrada, tan oscuros que apenas se logra diferenciar la pupila, su párpado inferior gozaba de un ligero tono rojo que se podía percibir como ojeras. Una pequeña nariz respingada, labios secos que, al igual que sus mejillas conservaban un matiz rosáceo.
Se me hacía increíblemente atractivo.
—¿Qué? — Le parecía molestar mi mirada.
Mi cuerpo permanecía inmóvil, parecía entrar en trance. ¿Qué era esta sensación tan escalofriantes?
Una ventisca helada recorrió mi cuerpo a la velocidad de la luz provocando que se me pusiera la piel de gallina, empecé a sudar y mi corazón latía ferozmente, como una bestia tratando de escapar, estaba segura de que tenía más de sesenta pulsaciones por minuto.
Su aura siniestra me estaba apuñalando en el pecho sin parar. Tenía la impresión de que sus ojos querían asesinarme de la formas más vil y cruel existente. ¿Por qué nadie más que yo en la sala podía notarlo?
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Centinela
RomanceAnnie tiene la sensación de que aquel chico con aura siniestra de su clase está escondiendo algo, decide meter sus narices en la escalofriante vida de este chico para disuadir esa ligera sospecha, de manera sigilosa se atreve a observarlo con frecue...