Todo era un desastre, su vestidor, habitación, apartamento e incluso rostro.
Todo de él era un desastre.
Su típica esencia inundaba sus fosas nasales, logrando formar una sonrisa en sus finos y rosados labios.
No tenía mucho tiempo, la fiesta estaba por comenzar, su compañero y amigo universitario estaba a tan sólo unos minutos de llegar a su hogar, eso lo hacía aún más difícil.
Quince minutos atrás había optado por tomar una ducha relajante, después de ello comenzó a buscar un atuendo adecuado para aquella noche de diversión, finalmente se decidió por unos pantalones negros de cuero y un suéter algo holgado con un patrón de rayas blancas y negras, el cual dejaba a la vista su clavícula derecha.
Cepilló sus sedosos y húmedos cabellos azabache, formando un peinado bastante atractivo, dejando tan sólo unos mechones sobre su frente, de su joyero sacó unas bellas arracadas de plata, las cuales se colocó sin duda alguna.
Finalmente esparció su perfume favorito por todo su cuerpo, impregnando el mismo por aquél aroma dulce y fuerte, no encontraba su bálsamo de cerezas por ningún lugar, formó una mueca y prácticamente corrió cuando escuchó un estruendoso ruido en la planta debajo de el.
Aquél ruido logró hacerlo saltar por lo repentino que había sido, podía jurar que sus oídos se encontraban tan molestos y disgustados que en cualquier momento sangrarían, pero no fue así.
Permaneció estático por unos segundos antes de que una sonrisa curiosa adornara su rostro.
Cualquier persona normal hubiese llamado a la policía y huido rápidamente del lugar, sin embargo, nuestro pequeño fénec era un adicto a la adrenalina, su corazón se encontraba estallando de la emoción, sus pupilas se encontraban dilatadas y sus piernas básicamente corrían fuera de su apartamento, por los oscuros pasillos.
Sus extremidades temblaban suavemente mientras bajaba por el elevador, el cual no tardo más de dos minutos en llevarlo a su destino.
Su mirada se encontraba clavada en aquella puerta de mármol, desde la cual podían escucharse unos gritos desgarradores provenientes de un chico.
Relamió sus labios rápidamente, su respiración era anormal, pequeños jadeos salían de sus labios, tenía tanta curiosidad por lo que había detrás de esa puerta.
Uno de sus secretos, el cual nadie, nadie, nadie sabía.
El bello azabache con ojos zorrunos padecía del síndrome de Pontius, el cual no era más que la adicción a la adrenalina, a lo peligroso y poco conocido, aquella sensación le generaba un inmenso placer, emoción y felicidad.
Pero claramente nadie podía saberlo, era algo que quería llevarse a la tumba.
Sus pensamientos en aquél instante eran un mar bastante profundo, sus ojos aún se encontraban clavados en aquella puerta, la cual después de unos minutos se abrió y dejó ver a un chico de probablemente 1.70, con cabello rizado y rubio, frente sudada, orbes oscuras y con algunas manchas de sangre por su rostro, ropa y también manos, las cuales estaban cubiertas de aquél espeso liquido.
Sus miradas chocaron, inexpresivas por aquellos minutos que parecieron horas, sensaciones similares por ambas partes, los corazones de ambos latían desenfrenadamente, aunque por distintas razones.
El de cabellos rizados suavizó su molesto semblante al observar al chico frente a el, era cómo observar un ser angélical, su rostro parecía tallado por los mismos dioses, e incluso podía jurar que la obsesión había vuelto a reencarnar en el, pero esta vez su obsesión se desarrollaría por una persona completamente distinta.
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(갱) gangsta ─ chanin
FanfictionI need a gangsta to love me better than all the others do, to always forgive me, ride or die with me, that's just what gangsters do.❞ - (one-shot).