La vida es un sueño

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Yibo estaba feliz, sonriendo ante el espejo. Traía un traje ajustado de un azul marino oscuro, una corbata de un gris opaco y un par de gemelos plateados en el final de cada manga, con un boutonnière de blancas flores a juego en la solapa de su traje.

Xiao Zhan había sido el que lo había elegido, no él, pero no se había quejado en lo absoluto. Xiao se había visto tan feliz... que simplemente no había podido negarse.

No iba a negar que estaba nervioso. Era su boda después de todo. Como por enésima vez se arregló el saco, lo estaba pensando demasiado tal vez, pero la felicidad que sentía en su pecho era abrumadora.

Arregló de nuevo, e innecesariamente, su boutonnière antes de decidir que estaba listo para irse.

Salió hacia el pasillo, donde se supone que encontraría a su padrino de bodas y a sus demás amigos. Pero estaba todo desierto.

¿Lo estarían ya esperando afuera?

Los sentimientos en su pecho le dijeron que no se preocupara, todo estaba bien.

O... todo lo estuvo.

Caminando, pasando entre las demás puertas, escuchó un par de risillas. Por alguna razón le dieron mala espina, mas las ignoró. Siguió caminando, con cierta prisa esta vez, las risas se hacían cada vez más fuertes; detrás suyo las luces parecían ir apagándose lentamente.

Sus respiración empezó a agitarse, quería salir de ahí. Ahora corría, parecía haberse perdido entre los corredores. La felicidad que lo había estado invadiendo hace solo unos minutos había desaparecido por completo, siendo reemplazada por un abrumador temor.

Se detuvo. Sus pasos fueron desacelerando. Había escuchado... Estaba seguro que lo había escuchado.

Ahí estaba de nuevo. Era Zhan-ge, de eso estaba seguro, era su risa. Un sentimiento reconfortante se instaló en su pecho y empezó a correr la dirección del origen de la risa. Volvió a sonreír.

Por fin pareció encontrarlo, en uno de los cuartos. Su corazón se detuvo al abrir la puerta.

—¿Zhan-ge...?

Una lágrima, dos, tres y luego su corazón pareció romperse.

Y luego despertó.

Estaba alterado, el pequeño Yibo se había levantado de golpe de aquella pesadilla. Respiraba con pesadez, quería llorar; que el cuarto estuviese totalmente a oscuras no ayudaba.

No podía moverse, se había congelado.

Instintivamente sus heladas manos se dirigieron a su cuello y abrazaron con fuerza el collar que traía.

—Zhan-ge...— susurró con un hilo de voz, cerrando paulatinamente sus ojos, abrazando sus piernas. Escondió sus rostro entre ellas, tapó sus cuerpo con las sábanas; parecían no ayudar mucho con el gélido ambiente.

Su cuerpo temblaba. No solo había tenido una horrible pesadilla, estaba solo y en la oscuridad; Wang Yibo le temía a la oscuridad.

Sabía que lo que había visto era una completa mentira, Zhan-ge nunca le sería infiel con alguien. Él lo conocía bien, sí, pero eso no quitaba el hecho que lo quería ahí, a su lado, inmediatamente.

Cogió su celular para poder ver la hora; 2:34 am. ¿Por qué estaba solo? No le gustaba, tanto el sentimiento de estar solo como haberse vuelto tan dependiente de una constante compañía; aquella persona que le había dado aquella joya que adornaba su cuello. Nadie podría culparlo, recordaba con una claridad impresionante como todo empezó. Después de todo fue la primera vez que se había enamorado. El primer amor no se olvida, ¿no?

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