Prologo

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PROLOGO

—Deja de vagabundear con esos estúpidos libros y tráeme una maldita cerveza niñato, ¿acaso eres sordo imbécil?, tráeme lo que digo de una puta vez —gritaba el maldito infeliz al que debía llamar "padre adoptivo".

Me levanté del catre que tenía por cama, cuatro ladrillos que desafiaban la física sostenían un par de estibas de madera sobre las cuales una espuma roída cubierta en una sabana que alguna vez pareció ser blanca hacía las veces de colchón «Mejor que el suelo» me decía cada noche para darme un poco de moral, tomé el dinero de la mesa y lo enrollé en mi bolsillo, caminé por varios minutos hasta la licorera más cercana, el sonido de las pérfidas risotadas de los ebrios de siempre sentados en la acera, con sus botellas de Whisky barato envuelto en bolsas de papel no faltaba nunca en el lugar, era como si esos sujetos fueran parte del inventario, crucé la puerta y busqué la cerveza, pero un detalle al fondo del pasillo robó mi atención.

Un hombre de baja estatura, algo regordete pero finamente vestido para andar por un lugar como este se encontraba de pie observando las revistas, con suma rapidez tomó un ejemplar de un magazine deportivo y deslizó una página de lo que parecía ser otra revista en ella, sin que nadie le viese se retiró del lugar sin mirar atrás; Siempre he sido curioso debo admitirlo, desde mi tiempo en el orfanato me metía en toda clase de líos por ello, sin pensármelo dos veces tomé la revista y la metí bajo mis ropas sin que el viejo de la caja notara mi acción, me acerqué, pagué la cerveza y volví a casa entregándole su néctar al malogrado cerdo de mi "padre", me encerré en el sótano de la casa, era un lugar horrible, húmedo y mal oliente, se podía escuchar a los roedores corriendo entre las tuberías y el polvo mezclarse con el olor a moho en las paredes, pero al menos tenia paz allí, encendí la luz y me dispuse a mirar lo que ese hombre había puesto en aquella revista de deportes, la página en efecto era de otro magazine y por el texto uno de esos donde se hace crítica social «Pero qué diablos tenía que ver esa página de revista con la otra» pensé frotando mi muñeca derecha, miré con detalle la sección en la que el extraño había puesto la página recortada, era un artículo deportivo donde anunciaban un juego de baloncesto en España y hacían mención sobre los equipos a enfrentarse y hablaban un poco de la ciudad en la que se llevaría a cabo, Bilbao, retomé la hoja del magazine de crítica social y no encontraba relación alguna, las ganas de entender de que iba esto me consumían, me levanté de la silla y miré las páginas de lejos, los párrafos tenían similitud entre sí en cuanto a su distribución, «Que tonto, la respuesta no era tan compleja ahora» tomé la revista deportiva y rasgué la página, superponiéndola sobre la otra ubicándolas a contra luz, los párrafos empezaban a interrelacionarse generando una oración que se dibujaba entre las líneas superpuestas, cuando terminé la lectura quedé en blanco soltando las páginas con la respiración entrecortada.

"Digno hijo de tu padre eres Dantés, ya es hora de que te reúnas con él,

el encuentro será el 25 de este mes en tu antiguo hogar."

Dantés si era mi nombre, pero ese mismo me fue dado por los monjes Benedictinos que me acogieron en el orfanato, ¿sería posible acaso? después de tantos años, mi padre contactaba conmigo, nunca en mis 17 años de vida le había conocido por ningún medio, ninguna llamada, carta, nada, lo único que sabía de mi familia era que no tenía una.

Según mis cuentas faltaban pocos días para el 25 y durante cada día mis noches fueron acompañadas por un insomnio creciente, tantas posibilidades se dibujaban en mis pensamientos, ¿cómo sería aquel hombre?, ¿qué aspecto tendría?, ¿por qué había usado un medio tan extraño para enviarme un mensaje?, ¿estaría viva mi madre?, ¿tendría hermanos?

La maldita espera al fin terminó, el 25 había llegado y mi intento de padre sustituto seguía dormido en su cama roncando cual motor de tractor averiado, tomé el subterráneo hacia el otro lado de la ciudad en donde se encontraba el orfanato Saint Benedict's, tras una hora que se me hizo insufrible llegue allí, pero no había rastro de nadie en los alrededores, aproveché para atarme las agujetas de los zapatos cuando un fuerte golpe en la cabeza me derribó apagando todo a mi alrededor hasta que desperté en una avioneta que cruzaba lo que parecía el océano bajo nosotros

—Lamento el impase querido Dantés, pero solo seguimos ordenes de tu padre —dijo una encantadora mujer que se acercó al ver que despertaba.

—¿Hacia dónde nos dirigimos? —pregunté.

—Al beso de la oscuridad....

Susan NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora