Psychologist (OneShot Joe Jonas)

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Lunes 8:00 am, el despertador sonó tan puntual como cada día de lunes a viernes. Katherine, Kathe como todos le decían de cariño, abrió lentamente los ojos, cansada, pero no de sueño, si no de comenzar la rutina de todos los días que debía hacer. Suspiro profundamente y se levanto de la cama con cautela para no despertar a su amado que yacía a su lado, se dirigió al baño y tomó una ducha rápida, salió del baño rumbo al armario pero no sin antes ir a verificar si el amor de su vida estaba ya despierto o nuevamente tendría que despertarle para que no llegara tarde a su empleo. Se acerco a la cama enrollada en una corta toalla de baño en su curvilíneo cuerpo, cuerpo que toda mujer, de cualquier edad, envidiaba, a pesar de tener dos hermosos hijos, Kathe conservaba su figura. Al estar cerca percató que su marido aún estaba dormido y el reloj marcaba ya las 8:30 am, un minuto mas y no llegaría a tiempo.

- Amor, despierta, se te hace tarde!- dijo sacudiéndolo un poco

- Ya voy...- pudo pronunciar entre sueños.

Kathe siguió su camino al armario y se vistio. Unos jeans azules poco ajustados, una blusa a cuadros rojo y azul marino con mangas a 3/4 de brazo y unos botines negros de tacón, sus anillos de matrimonio en la mano izquierda, unos lindos aretes, cabello recogido en una coleta, maquillaje ligero y listo, estaba lista para comenzar hacer su rutina. Al salir del armario, escuchó el sonido de la lluvia artificial, señal de que su marido estaba tomando una ducha. Salió de la habitación y fue directa a la de sus hijos, a quiénes debía preparar para un día mas de escuela.

- Buenos días mis bellos ángeles - dijo con voz tierna abriendo las persianas de la habitación para que entrase la luz del día.

Y como era de esperarse, como todos los días, tenía que lidiar con sus hijos para que se levantasen y se arreglarán para ir a la escuela. A regañadientes, los pequeños diablillos se levantaron de sus camas y se metieron a tomar una ducha. Mientras tanto ella arreglaba la ropa de cada uno y se las dejaba lista en la cama, salió de la habitación de sus hijos y volvió a entrar a la suya. Al entrar pudo admirar a su esposo terminándose de arreglar, el aroma del perfume que siempre solía usar llego hasta sus fosas nasales, produciendo un espasmo que recorrió todo su cuerpo haciéndole temblar de excitación. Su hombre era muy atractivo, igual que ella, se mantenía en forma con solo correr por las noches. Su aroma natural era exquisito, sus ojos cautivadores, esa sonrisa traviesa que a veces le dedicaba y la dejaba atónita. En pocas palabras Kathe estaba rotundamente enamorada pero el amor no lo es todo, puesto que entre ellos dos hacia falta mas que amor.

-cariño...?- pudo articular

-si? – dijo y volteo a verla -que pasa Kathe? –

-solo quería recordarte que hoy tenemos una cita... ya sabes... -se encogió de hombros, un poco tímida

-oh... es cierto- musitó, Kathe entendió que lo había olvidado

-si no puedes ir yo...-

-ahí estaré!- le interrumpió y se acercó a ella, la tomó por la cintura y la miró profundamente a los ojos- Kathe... te amo!

-Y yo te amo a ti...- ella le miro directamente a los ojos y se acerco a besarle – bien, debo bajar a hacer el desayuno... puedes revisar que los niños estén listos? –

-Por supuesto, ve- le sonrió y salió de la habitación

Kathe bajo a la cocina a preparar el desayuno y el almuerzo que se llevaría sus hijos a la escuela. Como todos los días, o casi todos, buscaba recetas nuevas puesto que ya no tenía idea que cocinar, la monotonía la invadía, en todo en lo que ella hiciera, ocupaba urgentemente buscar algo nuevo por hacer, algo nuevo que experimentar, algo nuevo que compartir. Su amiga Jenna, con quién curso la secundaria y gran parte de su vida, le recomendó algunas cosas por hacer, algunas muy locas al parecer de Kathe, puesto que con tan sólo 32 años de edad, Jenna aún era una mujer soltera pero su amiga, una mujer casada con hijos, no haría tales locuras. Jenna le hizo una lista de las cosas que debería experimentar y con la simple frase de "los 30 son los nuevos 20" era como se excusaba de tales locuras. La lista era corta, contaba con ideas desde hacerse un tatuaje, andar en moto hasta ir a un espectáculo de sexo en vivo. Katherine no era la virgen Maria pero esas cosas no iban con una mujer casada cuyo objetivo era salvar su matrimonio. Hasta que Jenna fue más seria y le convenció de la terapia de pareja, donde ambos hablarían completamente abiertos de sus sentimientos y necesidades. Katherine no estaba convencida de que la terapia en pareja funcionara al cien, era un poco incrédula pero era la opción más viable que le había dado su amiga. Por supuesto su esposo se exaltó ante tal idea, "¿terapia de pareja? si estamos muy bien, cariño" Fue la respuesta de él, a Kathe le costaba un poco abrirse en cuestión de sus pensamientos y sentimientos más profundos, lo que realmente ella quería, puesto que sus padres le enseñaron a siempre ser sumisa, siempre decir que sí lo que dijera el hombre. Pero estamos en otra época y eso Kathe lo sabía, quería poder tener tan siquiera un poco de control en su vida.

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