No siempre se tienen días buenos, de esos llenos de alegría y buenaventura, no, también se tienen días malos, muy malos, aquellos en los que parece como si tuvieras un imán que atrajera las cosas malas.
Entra y averigua qué hacer en un día como ese.
No siempre se tienen días buenos, de esos llenos de alegría y buenaventura, no, también se tienen días malos, muy malos. Aquellos en los que parece como si tuvieras un imán que atrajera las cosas malas, esos son los días en los que las cosas que nos acontecen pueden llegar a ser irritantes y al mismo tiempo absurdas, como despertarte de un pésimo humor y para colmo de males tropezarte con el filo de la pared, y darte justo en el dedo meñique, descubrir que ya llevas media hora retrasado y por las prisas olvidar en casa aquel trabajo por el que te esforzaste toda la semana.
Pareciera como si todo en tu día estuviera destinado a salirte fatal, como si un enorme nubarrón oscureciera tu cielo y estuviera a punto de estallarte una tormenta encima.
Justo ahí es cuando salen a flote unos cuantos sentimientos no muy deseados, como son: enojo, furia, desesperación, impotencia, tristeza y una gran lista que continúa.
El mejor método para liberarnos de todos esos sentimientos negativos, y quitarnos ese inmenso peso de encima es hablar de todo aquello que nos aflige en ese momento, hablar con alguien en quien confíes y que sepas que ese alguien tendrá una palabra de aliento.
Se siente maravillosamente bien desahogarte, pero si tu día es lo suficientemente catastrófico como para no encontrar a esa persona que te escuchará; entonces te recomiendo seguir este consejo: No te desanimes, ni pienses en tirar la toalla y abandonarlo todo, si aún quieres desahogarte puedes tomar lápiz y papel, en él deberás escribirlo todo, sin guardarte nada.
Verás como también funciona, sientes que llevas un peso menos y que tu humor va mejorando.
No te preocupes, pase lo que pase, no pierdas la esperanza, así como toda película llega a su final, también tu mal día termina, esas oscuras nubes desaparecen, todo tu cielo se muestra despejado, el sol resplandece y todo comienza a mejorar, así que, aunque tu barco parezca hundirse; mantén la calma y sobrevive, porque después de la tormenta llega la calma.
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