11.

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―Siempre te pasas de los límites, Soobin―habló el recién llegado parado en la entrada de la habitación y mirando a su hermano―Te pidió que lo asustaras sin hacerle daño al chico y lo primero que haces es meterle un balazo, idiota.

Soobin rodó los ojos y avisó que llamaran al médico que tenían allí para que viniera a ayudar.

―Fue algo leve, ¿que apunté a su cabeza? Obvio que si lo hice―rió dándose la vuelta para enfrentar al otro―Pero sé lo que me pidieron, Yeonjun, así que desvíe el cañón para que no le diera.

Yeonjun sintió su estómago estrujarse al ver al rubio empresario atado a la silla, su cabeza colgando y su camisa anteriormente blanca ahora manchada con un rojo espeso y oscuro.

Caminó hasta el chico y subió su rostro tomándolo del mentón, giró unos centímetros su cabeza y examinó la herida que el arma había dejado entre el helix de su oreja y el lado lateral de su pelo. La bala no había atravesado nada sino que rozó la piel haciéndola sangrar, probablemente Wooyoung se hubo desmayado por el susto y el dolor.

Cuando el doctor llegó soltó lentamente la barbilla del chico y lo dejó en manos del profesional que inmediatamente se puso a curarlo.
Ambos hermanos salieron de la habitación para luego sentarse en una larga mesa en el centro de la casa.

―Veo que tomaste medidas con tu cabello―el de pelo negro miró atentamente el nuevo color de pelo y aplaudió―Realmente te quedan bien todos los colores, es impresionante, aunque debo admitir que el amarillo de ahora es mi favorito.

Era en esos momentos donde Yeonjun imaginaba cómo sería su familia en una situación normal, tal vez ellos dos hablarían de deportes y compartirían ideas sobre nuevos colores de cabello o hablarían de que hicieron en el día, sus trabajos, amigos, pero siempre que aquel hombre entraba por la puerta sabía que esas cosas nunca pasarían.

―Señor―dijeron ambos con una leve reverencia como saludo al sujeto que entró vestido en traje.

El mayor los miró analizándolos con sus ojos rasgados que solo transmitían autoridad y asintió con la cabeza para que sentaran.

―¿Está aquí?―su voz potente resonó en el espacio y Yeonjun afirmó con un movimiento.

―Aunque puede que Soobin se haya pasado y lo haya desmayado―comentó el de pelo amarillo―Ah, también es probable que esté sangrando.

―¿Al menos fue realista?―volvió a preguntar el mayor y ambos menores afirmaron―Maravilloso entonces, eso es lo que queríamos.

Un silencio reinó en la sala y el de traje miraba a la nada pensando.

―¿Qué me dicen de...―no pudo terminar de hablar, no diría su nombre.

Soobin entendió a que se refería y le explicó todo lo que estaban planeando.

―Genial, sabía que podía confiar en ustedes dos, nuestro legado sigue siendo igual de fuerte.

Minutos luego el mayor se había ido y los hermanos se pusieron manos a la obra para seguir con su plan. Matarían dos pajaros de un tiro, cumplirían con su misión oficial y a la vez arreglarían los cabos sueltos de su familia.

Caminando por los pasillos hacia la sala de armas Yeonjun se dedicó a mirar los cuadros colgados en las paredes de la casa, la mayoría eran cuadros sin sentido salvo el más grande colocado en centro del pasillo principal. Cinco personas se erguían en el lienzo, el mayor de todos al fondo y los cuatro menores delante suyo, todos vestidos de trajes negros y con sonrisas en la cara.

―Quién diría que nuestra felicidad duraría tan poco―suspiró y volvió a mirar a las personas.

De izquierda a derecha estaban los hermanos Choi, cuatro inocentes chicos que no sabían lo que la avaricia de su padre podría ocacionar.

GASOLINE AND FIRE¹ ― WOOSANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora