—¡Fragetto! ¡Es hora de trabajar, holgazán! —exclamó el gerente del parque de diversiones, de pie frente a la cama de Varpas.
Ambos se encontraban dentro de una pequeña habitación. Afuera, voces y gritos de alegría podían escucharse.
—¿Eh? ¿Qué hora es? —preguntó Varpas, cubriéndose el rostro de los rayos de sol que entraban por su ventana.
—¡Ya es mediodía! ¡El parque no podría estar más lleno! ¡Necesito que salgas y hagas tu trabajo, o la gente se aburrirá y se irá!
Varpas se levantó y estiró las piernas.
—¿En verdad soy tan importante? —preguntó, riéndose.
—Vamos, sabes que eres de las atracciones principales de este lugar.Varpas se agachó, mirando debajo de su pequeña cama individual, buscando sus botas especiales. "Las botas para el trabajo", como solía llamarles, eran un par resplandeciente de botas color rojo, con cascabeles en las puntas de los pies que sonaban cada vez que el payaso bailaba eufóricamente. No estaban allí, así que se levantó y buscó en otros lugares.
—El dueño del parque vino hace unos días...
—¿Ah, sí? ¿Y qué te dijo?
—Que estás despedido. Te quiere fuera de aquí en menos de una semana.
Varpas encontró sus botas dentro de su pequeño armario, donde guardaba más que nada disfraces para ocasiones especiales y eventos temáticos en el parque. Estaban increíblemente limpias, pero sus suelas desgastadas dejaban ver que no era un calzado nuevo, sino uno muy bien conservado.
—Qué humor tan exquisito tienes, Joe... Me dejas boquiabierto.
Ambos rieron ante la incómoda situación.
—Dijo que instalaría una nueva atracción. "La casa de espejos mágicos de Fantabulous Land"... Un nombre bastante ridículo sin duda —dijo el gerente, analizando el cubículo y notando lo bien organizado que estaba pese al limitado espacio—, pero podría robarte audiencia, mi amigo.Varpas se colocó las botas. Su color rojo brillante era casi idéntico al que poseía el payaso en su pelaje, haciendo lucir el calzado como una extensión de su cuerpo. Aunado al contraste que estas producían con su pelaje color blanco lo hacían lucir sumamente llamativo.
—Ja, ja. ¿En serio lo crees? —Señaló el espejo que tenía en su vientre—. Nadie posee lo que yo, no hay ningún espejo que se iguale al mío, Joe. Ninguno.Joe observó el espejo de Varpas y, en lugar de observar su reflejo, dentro de él se proyectó una imagen tan vívida que pareciese real. Él, su esposa y sus dos hijos se encontraban en un día de campo, comiendo deliciosos sándwiches y jugando al frisbi.
—Catherine... —musitó el gerente.
—La extrañas, ¿no?
—Mucho. Pero no más que Noah y Vicky. Cada vez que me preguntan por su madre algo se quiebra dentro de mí, hermano.
—Descuida —respondió sonriendo—, mientras yo siga aquí podrás verla todos los días. Es por eso que ninguna casa de los espejos de "Magicolandia" se igualará a este espejo.Los dos amigos se vieron fijamente por un par de segundos. Joe se sacudió y habló:
—Basta de hablar del pasado. ¡Es hora de que salgas a trabajar! —exclamó, tratando de dejar de lado ese tema que tanto le dolía.
—Está bien —dijo Varpas, suspirando—, solo por ti amigo.
—No fingas, te encanta convivir con los niños.
—¡Pero más a ti, Señor Peluchín! ¡Deja de comer tanto shabut o vas a explotar! —exclamó Varpas haciendo una voz chillante y graciosa, y dándole una palmada en el estómago a su amigo.El Señor Peluchín era una botarga rechoncha y caricaturezca que se paseaba por el parque para que la gente lo saludara y se tomase fotografías con él. Cuando el gerente entendió la broma ambos rieron.
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El Resplandor Marchito
FanfictionDespués de épocas de miedo, desesperación y tiranía, llegan eras de paz y prosperidad. Sin embargo, parece que esos tiempos son cada vez más escasos. Natasha Grimaldi, la institutriz de Fibell Luxbell, princesa y soberana de Snoworld tras el falleci...