¿Quién es Jesucristo?

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EN EL mundo hay muchas personas famosas. Algunas son muy conocidas en su propia comunidad, ciudad o nación, y otras en el mundo entero. Pero el hecho de que usted sepa el nombre de alguien famoso no significa que conozca a esa persona, es decir, que esté enterado de los detalles de su pasado o de cómo es en realidad.

Aunque ya han pasado unos dos mil años desde que Jesucristo vivió en la Tierra, en todo el mundo se habla de él. Sin embargo, existe mucha confusión sobre quién fue en realidad. Algunos dicen que fue tan solo un hombre bueno. Otros piensan que no fue más que un profeta. Y hay quienes creen que Jesús es Dios y debemos adorarlo. ¿Será esto cierto?

Es importante que usted sepa la verdad sobre Jesús. ¿Por qué? Porque la Biblia dice: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.(Juan 17:3, Reina Valera, 1960). En efecto, conocer la verdad sobre Jehová Dios y sobre Jesucristo puede llevarle a vivir para siempre en un paraíso terrestre (Juan 14:6). Además, Jesús dio el mejor ejemplo de cómo se debe vivir y tratar al prójimo (Juan 13: 34, 35).

EL MESÍAS PROMETIDO

Mucho antes de que Jesús naciera, la Biblia predijo la llegada del enviado de Dios, el llamado Mesías o Cristo. Los títulos Mesías (derivado de una palabra hebrea) y Cristo (derivado de una palabra griega) significan “Ungido”. De modo que el enviado prometido sería ungido, es decir, nombrado por Dios para ocupar una posición especial. En otros capítulos de este libro veremos con más detalle que el Mesías tiene un  importantísimo papel en el cumplimiento de las promesas divinas. También veremos que Jesús puede bendecirnos incluso hoy en día. Seguramente, ya antes de que Jesús naciera, muchas personas se preguntaban: “¿Quién será el Mesías?”.

En el siglo primero de nuestra era, los discípulos de Jesús de Nazaret estaban totalmente convencidos de que él era el Mesías predicho (Juan 1:41). Uno de ellos, Simón Pedro, le dijo sin rodeos: “Tú eres el Mesías” (Mateo 16:16, Dios Habla Hoy). Ahora bien, ¿por qué estaban tan seguros aquellos discípulos de que Jesús era en verdad el Mesías prometido? ¿Y por qué podemos estar seguros nosotros?

Los profetas de Dios que vivieron antes que Jesús predijeron muchos detalles que ayudarían a identificar al Mesías. Por poner una comparación: suponga que usted tuviera que ir a buscar a un desconocido a una concurrida estación de autobuses o de trenes, o a un aeropuerto. ¿Verdad que le vendría bien conocer algunas características de la persona? Pues bien, mediante los profetas bíblicos, Jehová dio una descripción bastante detallada de lo que haría el Mesías y de las cosas que le sucederían. De este modo, las personas fieles podrían reconocerlo sin ninguna duda cuando vieran cumplirse todas esas profecías.

Veamos un par de ejemplos. El primero es el siguiente: más de setecientos años antes de que ocurriera, el profeta Miqueas predijo que el enviado prometido nacería en Belén, un pequeño pueblo de la tierra de Judá (Miqueas 5:2). Pues bien, ¿dónde nació Jesús? Justo en ese lugar (Mateo 2:1, 3-9). El segundo ejemplo es la profecía de Daniel 9:25, que con muchos siglos de antelación permitía calcular el  año exacto en que se presentaría el Mesías: el año 29 de nuestra era. * El cumplimiento de estas y otras profecías demuestra que Jesús era el Mesías prometido.

A finales del año 29 se demostró aún más claramente que Jesús era el Mesías. Fue entonces cuando él le pidió a Juan el Bautista que lo bautizara en el río Jordán. Jehová había prometido a Juan que le daría una señal para que pudiera reconocer al Mesías, y se la dio en el bautismo de Jesús. La Biblia relata: “Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua; y, ¡mire!, los cielos se abrieron, y él vio descender como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él. ¡Mire! También hubo una voz desde los cielos que decía: ‘Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado’” (Mateo 3:16, 17, Traducción del Nuevo mundo). Cuando Juan vio y escuchó aquello, no tuvo ninguna duda de que Jesús era el enviado de Dios (Juan 1:32-34). Aquel día, cuando el espíritu santo —es decir, la fuerza activa de Dios— se derramó sobre él, Jesús llegó a ser el Mesías, o Cristo, la persona elegida para ser Caudillo y Rey (Isaías 55:4).

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