i don't want to be sad on christmas.

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Se ha ido.

Lentamente, sin sufrimiento, sin decir adiós.

Se ha esfumado, y hoy será la última noche que las luces brillen e iluminen la ciudad, y con ella, los ojos de tantas personas.

Y todo habrá desaparecido, el Papá Noel de la chimenea, la nieve de la ventana y el bastón de caramelo de la entrada.

Y el árbol del salón habrá perdido todo el sentido, y con él, la alegría de la que intentamos rodearnos.

Y a quién no se le ha dibujado una sonrisa en el rostro, al ver la carita de una pequeña niña abriendo un regalo.

Y quién ha podido entrar en una jugetería sin que lo invadan los recuerdos de los trenes de madera que su padre le había regalado una vez.

Y a quién no ha conseguido sentarse en una mesa sin sentir un inmenso vacío acompañado de un rostro, y mil recuerdos.

Y a quién no le ha dolido brindar el nuevo año sin pensar en esa persona que hubiera hecho de aquel el mejor año de su vida, si solo hubiera estado allí para terminarlo a su lado.

Y seguramente mañana vuelva a pasear por las calles decoradas, pero esta vez las luces no brillen, porque todo lo bueno acaba, y nada dura para siempre.

Y tal vez esto no sea tan bueno, creando ilusiones y dando la sensación de que nunca va a acabar, cuando de pronto te encuentras solo, desorientado y ciego en una calle oscura con restos de caramelo en los zapatos.

Escape.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora