two

117 7 16
                                    

Tenia la boca seca y temblaba como borrego recién nacido.

Era por fin su cumpleaños, a partir de aquel día seria mayor de edad y libre de hacer lo que se le pegara la gana. Claro, que aun no podía entrar a las discotecas ni beber abiertamente hasta los 21 apagaba su buen humor un poquito, pero vamos, en una gran parte del mundo el ya era capaz de ser libre.

Aquel día lo iba a pasar con Jungkook, su amado Jungkook rostro de ángel y cuerpo infernal. Lo amaba y habían veces en las que no sabia como un chico como él, tímido en sociedad y para nada lindo según los estándares masculinos, encajando mas en lo femenino, había terminado siendo el amigo intimo de un Jeongguk salvaje.

Y es que por todos los dioses, era un papucho tallado por los mismos dioses. 

Pero era su amigo, su mejor amigo. Aquel título que tanto le había encantado en un inicio ahora era como un lazo en sus muñecas, deteniendo cada movimiento para avanzar en aquella relación. 

Pero ser su amigo tenia ventajas, como tener las copias de las llaves del auto, casa, casillero, y literalmente todas las llaves y claves de Jungkook , y el permiso de hacer, entrar y administrar lo que quisiera, demonios, incluso tenían una cuenta bancaria juntos, como una pareja. 

Ambos confiaban ciegamente en el otro.

Y esa confianza la había roto pero no lo lamentaba, al menos no por completo. Hace un par de meses había hecho por primera vez algo indecente en la cama de su mayor. Había estado una semana entera esperando que Jeongguk de la nada lo mirara con asco y le gritara que lo sabia todo y que no quería volver a verlo, pero no pasó.

Eso le dio la confianza para seguir. 

Conocía el horario de su mejor amigo, por lo que se podía colar en la casa de Jungkook dos veces por semana, usar las ropas que este se había puesto los días anteriores y dejar volar su imaginación. Tenia tres horas de la casa de su amado para el solo, por lo cual le alcanzaba el tiempo de sobra para limpiar sus pequeños desastres, bañarse en la ducha de su mayor, usar su shampoo de chocolate, y en general, poder estar entre las cosas de su amado sin cohibirse. 

Pero tenía que olvidar aquello ahora, porque iba a salir con su amigo ese día, y si tenía en la mente todas las cosas que había hecho en la casa de Jungkook no iba a poder verlo a la cara sin sonrojarse con totalidad.

El olor a su perfume invadió su nariz, había fallado en apuntar con aquel objeto, regalo de Jeongguk, tan raro. Era un perfume raro y francés que nunca había entendido muy bien cómo usar.

Había escogido un conjunto de ropa bastante bonito, a su gusto. Una camisa amarilla con pequeñas líneas azules, unos pantalones del color del café con leche, un chaleco de punto beige, zapatillas blancas y una cadena que le había regalado Jimin. Pero sentía que algo faltaba. Recorrió su armario con la mirada y encontró un pequeño gorrito blanco que hace milenios no se ponía. Lo tomó y tras comprobar que estaba limpio se lo colocó. Quedaba perfecto.

El sonido de "chuu" de Loona lo alertó, cuando vio la persona que lo llamaba tembló. Era Jungkook. Miró la hora rápidamente y lo notó, llevaba media hora de retraso. Picó el botoncito verde y contestó.

eh...Holita

— ¿En donde estas? -el sonido seco de su voz asustó a Taehyung. ¿Estaba molesto con el?-

ya estoy yendo, kookie...me distraje un poquitito

— aquí te espero, bebé.

Bebé, ¿Porque se seguía emocionando con aquella palabra? Llevaba años escuchándola, pero cada vez que salía esa mágica palabra de los labios de su mayor se sentía tan bien. Colgó la llamada y salió corriendo hacia la casa de Jungkook.

Birthday SexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora