No recuerdo mi nombre, ni tan siquiera mi edad, o si algún día llegué a ser humano o si ya nací en este lugar. Despacio, palpando de poco a poco extiendo mi mano hacia adelante. Está húmedo, viscoso como la brea. Me arrastro, sosteniendo el peso de mi cuerpo sobre mis manos. Con cautela recorro cada equina de la pequeña habitación y no reconozco nada. La luz me es desconocida y solo escucho el palpitar del corazón, y siento tan solo el olor a quemado que emana de mi cintura. Ni siento las piernas.
Me recluyo en una esquina y dejo caer mi cuerpo. Trato de dormir, es la única manera que encuentro de huir. En el hondo abismo de mis sueños, escucho una voz, una voz que grita, que grita un nombre: ¿Será el mío?
La mujer continúa gritando, hasta que de un estruendo voraz su vos es silenciada. Me despierto, y escucho de nuevo una voz que susurra con calma... "Eduardo"... "Eduardo"... Creo sin dudas que estoy delirando, mas una mano acaricia mi rostro murmurando "te sacaremos de aquí". La misma voz parece distanciarse, y a lo lejos se confunde con el sonido inconfundible de sirenas.
"Aquí todavía está uno vivo" Una marcha de pasos retumba en la habitación y despacio siento como me acuestan en una tela que se hunde con mi peso. Un sueño profundo me invade, y entre sueños escucho como con terror y asco alguien dice "Pobre hombre, ha tenido tan mala suerte".
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Eduardo el caído y demás caníbales
Non-FictionAcontecimientos profanos en las calles de una vieja ciudad.Recopilación de varios relatos.