El sol me está calentando todo el cuerpo, siento como se va quemando y volviéndose rojo. Las olas se escuchan al fondo y las risas de las personas embargan una dulce melodía, todos están tan felices mientras yo busco un momento de paz que no estoy teniendo.
No estoy disfrutando para nada este sol, la brisa que sopla es caliente, el sonido del mar no me relaja y por supuesto esas risas me atormentan, estoy aquí porque no quiero regresar a mi vacío apartamento donde la soledad me atrapa y mi depresión se vuelve a unir a mi cuerpo y alma. Me estoy volviendo loca y no puedo evitarlo.
Luego de que mi novio me dejara he estado en un constante ir y venir de emociones negativas ¿Por qué un hombre tiene que influir tanto en la vida de una mujer? Todos los recuerdos vienen a mi mente y no entiendo como fui capaz de soportar tanto, como mi vida giraba en torno a él ¿y él dónde está ahora?
Él está muy bien con su nueva vida, su nueva esposa que era su novia al mismo tiempo que salía conmigo y por supuesto en su grandiosa casa, la casa que planeamos tener cuando nos casáramos. Y todo, absolutamente todo se lo está dando a ella, no entiendo como pase de ser la primera persona en su vida y luego ya no soy nada, como una flor que se corta, se pisotea y se vuelve nada.
Todo estaba planeado en nuestra vida juntos, yo iba a ser la esposa perfecta para él, así como fui su novia, pero eso no vale ahora, todo se fue a la basura y su única excusa era que yo no pensaba en él y en su éxito ¿qué diablos? Si yo giraba en torno a él, dejaba de lado todos mis sueños por él.
Ahora estoy aquí tratando de disfrutar mi último día en la playa de Los Ángeles para volver al frio inminente de Canadá. Yo que pensaba volver a pisar mi país natal grandiosa con mi esposo a un lado y que todas las personas que se burlaron de mi por fin iban a cerrar su gran boca. Sin embargo, creo que no se equivocaron en que soy un fracaso.
Me levanto de la silla donde mi cuerpo quedo rojo como un tomate y mi humor se volvió de un intenso negro, como una nube que ronda cuando viene la lluvia, agarro mis cosas y me aseguro que no se me vaya a quedar nada, cuando levanto la cartera una de las agarraderas se rompe y para colmo me pega cerca del ojo, definitivamente mi suerte no está funcionando, una agarradera que no es de goma no puede realizar tal efecto de estiramiento, pero heme aquí con la mitad de la mejilla marcada.
Trato de respirar y contar hasta diez, pero no me está funcionando y cuando ya repito el conteo grito con todas mis fuerzas, la gente de mi alrededor para sus risas y sus charlas para admirar a la loca del grito. Como quisiera que arrastraran toda mi mala suerte hacia ellos para que sufran lo mismo que yo y dejen de estar mirando grandísimos idiotas.
Cuando pasa mi momento de locura reviso mi teléfono para verificar si mi taxi está llegando, porque por supuesto mi querido ex también se llevó nuestro carro, claro con una linda abolladura en un costado, quien diría que me convertiría en una de esas personas que abollan los carros cuando están furiosas, pero el momento me hizo impulsarme a ello y por supuesto que no me arrepiento.
Observo que ya el taxi está en el punto marcado y me subo sin siquiera preguntar el nombre del taxista para verificar si realmente es el, qué más da si me secuestran ya sería un suceso más en el día. Seguro me devuelven como lo hizo mi ex conmigo.
- ¿Daisy? -pregunta el taxista, al parecer el si quiere verificar quien soy.
- Si, soy yo. -respondo toscamente.
- ¿Desea alguna canción en específico, bajarle a la temperatura al aire acondicionado o algo en particular? -pregunta lo típico de los taxistas, mientras yo solo quiero descargar toda mi ira en él.
- No tranquilo, estoy bien, gracias. -ser malvada no me salió en este instante, el pobre no se lo merecía, pero eso no quita mi mal humor.
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Blanco y no tan gris.
RomanceCuando el novio de Daisy le termina luego de siete largos años de relación, una mudanza a Los Ángeles y su vida soñada junto a su gran amor, ella toma una decisión y decide regresar a Canadá, su país natal. Allí tratara de volver a poner su vida en...