Nuevamente desperté en una mañana fría y solitaria, estaba más que seguro que Janet y Jack no habían regresado aun, y que nunca lo harían. Ya había recibido la carta, su carta, donde me sentenciaba a muerte esa noche, yo por mi parte comencé a planear, de la misma forma sabia que vigilaría todos mis movimientos, desde su porche negro con franjas rojas, por eso no me daría el lujo de ser descubierto, no esta vez, tenía mucho que ver, que sentir.
Sabía que si sobrevivía, tendría que formar una nueva familia, ¿pero ya era muy tarde? ¿Quién adoptaría a un niño de once años?, no lo imaginaba, pero podía conocerlo, solo tendría que sobrevivir al asesino, a mi asesino.
Por otra parte, una parte inconsciente de mí, me gritaba que lo dejara así, ¿Qué diferencia haría un niño como yo?, un niño cuya madre biológica fue una prostituta, cuyo padre biológico, según él, fue un ladrón y un asesino y cuyos padres adoptivos, Janet y Jack Seren, fueron asesinados hace dos días mientras viajaban, nada ninguna diferencia, si vivía o moría no importaba.
Todo el día había disimulado. Como uno día normal, había salido a jugar con Karen y Lance, mis vecinos, había regresado para comerme un sándwich de atún, y jugado el resto de la tarde videojuegos.
Pero ahora son las ocho de la noche, estoy escondido en el armario, con comida que ya había guardado para esto. Sigo esperando. Cerré todas las ventanas, incluso la mía, así dejaría solo dos entradas, la frontal y la trasera. Dieron las nueve… las diez… me gana el sueño, no puedo más, entonces oigo los crujidos de la madera, crujidos que solo una persona adulta puede hacer cuando sube las escaleras…
Agudizo mi oído, cierro los ojos, se está acercando y comienzo a temblar. Recuero todos los momentos agradables con mis padres adoptivos y mi mascota Kira, mi asesino la degolló unas semanas atrás. Regreso de súbito a mi mente, pues oigo el chirrido de la puerta de mi habitación al abrirse, trato de no hacer ruido, pero mi corazón late tan fuete lo siento hasta en las yemas de los dedos.
Cierro los ojos, no oigo nada más que el chirrido de mi cama cuando El cambia de posición, tengo miedo y no se controla… oigo el metal de su cuchillo y como juega con su arma, se levanta… camina hacia el armario… No!... Sabe que estoy aquí… Se acabo…
Antes de abrir el armario, me comenzó a susurrar, como si alguien nos pudiera oír.
-¿Por qué te escondes de mi, Roberto?- me pregunto en una voz gruesa y burlona. No conteste.
-No te asustes, solo quiero ser tu amigo-
-Nunca…- le conteste lo mas cortante que pude hacer mi voz, pues mi mente solo gritaba, “moriremos, se acabo”
En ese momento, logre recordar que Janet era policía, tenía su jaqueta puesta y esta siempre tenía un arma, la saco, la preparo y Salgo del armario. Olí aromas y hedores extraños, a pólvora, a perfume, camine fuera de la habitación, encontré la asesino, la cólera ya me había invadido, tengo que matarlo. Apunto el arma, y disparo…
El espejo se rompió en mil pedazos, oigo el crujir de la madera cuando caigo, toco mi abdomen, esta mojado, y rojo, la cólera me cegó, no note el espejo, El estaba detrás de mi… cierro los ojos, me duele, no puedo más…
-Pudiste haber admitido que fue por tu culpa que se quemó la casa en Florida, en vez de mentir y decir que fue Morgan, tu hermana, Roberto, pudiste evitar esto, Janet me dijo que no era necesario, pero no me parecía así, Morgan si era mi hija no tu….mi moribundo hijo adoptivo- me dijo Jack, papá, mientras se acercaba a mí, y me metía de nuevo en el closet.