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Junmyeon se despertó con la sensación que alguien lo estaba mirando. Al abrir los ojos, parpadeó tratando de enfocar. Al darse cuenta de la luz que entraba por las rendijas de la cortina, se dio cuenta que debía ser por la mañana. Finalmente capaz de pensar, se dio cuenta de dos cosas a la vez. Todavía estaba completamente desnudo envuelto alrededor de Yixing y Seulgi estaba de pie en el lado de la cama, mirándolo.

—Buenos días, princesa. ¿Has dormido bien?

Junmyeon le preguntó en un susurro mientras discretamente movía las sabanas para asegurarse que tanto él como Yixing estuvieran completamente cubiertos. El movimiento agito a Yixing que dio la vuelta y se acurrucó contra su pecho, y le dio un pequeño beso en el cuello. Junmyeon se tragó su gemido cuando se dio cuenta de que Seulgi estaba allí de pie observando.

—Tengo hambre.

La voz de una niña de dos años rompió a través de cualquier resto de niebla persistente de su sueño. Yixing pareció asustarse con la voz de su hija y se sentó erguido, frotándose los ojos.

Tranquilo, cariño. Todo está bien.

Junmyeon no podía creer lo feliz que se sentía sólo de comunicarse en silencio con su compañero por primera vez. Su compañero. Todavía no podía creer que había encontrado al hombre destinado a ser suyo.

Yixing pareció calmarse al oír su voz antes de sonreír y de darle un beso. Cuando se volvió a Seulgi, estaba despierto.

—Bueno, hola, calabaza. ¿Has dormido solita toda la noche en la cama grande?

Seulgi le sonrió a su padre antes de levantar los brazos, con ganas de ser levantada. Yixing se aseguró que estaba cubierto antes de levantar a Seulgi en la cama y colocarla en su regazo. Le dio un beso en su mejilla y Junmyeon decidió que debía entrar en acción también. Pasando sobre él colocó un gran beso húmedo descuidado de buenos días en la mejilla de Seulgi. La niña gritó y se rió en brazos de su papá.

—Pica, —dijo Seulgi mientras se frotaba su mejilla.

—¿Así que he oído que tienes hambre?

—¡Sípi!

—Sí, Seulgi no, sípi.

—Lo siento, papá.

—Está bien. Ve a esperar afuera mientras nos vestimos y entonces todos podemos tomar el desayuno.

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