Esclavo

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Kamado Tanjiro el único familiar de Nezuko, ha vivido desde hace más de tres años ocupado en su trabajo el cual heredó de su padre. Su demás familia murió en un accidente y para su suerte ellos dos vivieron aunque Nezuko casi pierde la vida, desde entonces Tanjiro ha trabajado hasta más no poder para dar todo tipo de cosas a su hermana, única hermana.

Pero.

Justamente el año que ella casi muere hubo un hombre que la ayudó, ese hombre era mafioso y donde puso el ojo puso la bala, se flechó en Nezuko y el casi intentó arrebatar a Nezuko de Tanjiro. Pero ambos se mudaron muy lejos y desde ahí su hermano contrató a un guardaespaldas o..."esclavo" como lo apoda Nezuko.

Que podría salir mal? Sanemi Shinazugawa era uno de los mejores en su trabajo por ello Tanjiro aun preocupado la dejo en sus manos.

La primera vez que Sanemi fue a la mansión casi mata sin "querer" a la Kamado, pues creyó que era una intrusa y fue enviada por el mafioso Muzan para raptarla. Desde entonces, ella lo ha tratado como a un esclavo.

-Recuerdas cuando casi me matas?- pregunto la pelinegra de puntas naranja, su tono era neutro pues pasar mayormente con el mayor la convirtió en alguien reservada.

-Ump...- bufo el peligris sin dejar de cepillar el largo cabello el cual la menor le ordenó hacer hace algunos minutos.

-Por curiosidad...cuándo volverá tu hermano Genya?- cuestionó mirándolo desde el gran espejo, la reacción de él fue algo molesta pues frunció su labio con disgusto. Genya debes en cuando visitaba a su hermano mayor y desde entonces comenzó a llevarse con Nezuko.

-No se- fue la única respuesta de parte del mayor quien dejó de cepillar el cabello de ella.

-Es una lastima Sanemi...- farfulló y suspiro levantándose, fue a un gran sofá y se sentó para luego verlo y hacerle entender que haga lo mismo.

-No deja de llamarme por mi nombre- intento sonar molesto pero internamente le encantaba, le fascinaba oírla decir su nombre.

-Te volviste alguien cercano a mi, eres como otro hermano para mí- añadió la menor sonriendo, Sanemi internamente dejó su ánimo por molestia, en serio desde cuando comenzó a gustarle, a estar con ella?!

-Soy como tu maldito esclavo, mi trabajo es solo cuidar tu maldito trasero- respondió e insulto sentándose en el sofa.

-Puedes irte si lo deseas, perdón por ser una gran carga para ti, perdon que cada día tengas que cuidar mi maldito trasero- dijo la menor sin expresión alguna, Sanemi pensó internamente en cómo pasar con ella la hizo cambiar, antes era dulce al hablar ahora por su culpa ya hasta tira insultos igual de fríos como el.

-Eres una completa idiota- bufó mirando como ella se saca sus zapatitos de muñeca color negro azabache dejando ver sus pies tan lindos, los posó encima de su pierna y espero a que el hiciera lo demás pero antes la cubrió con su abrigo para no poder ver las piernas y la ropa interior de la menor.

-Este labial me quedaria bien?- preguntó enseñándole un labial color chocolate al mayor quien después de masajear los pequeños pies de ella la observo.

-A ti todo te queda bien- limitó a responder bajando la mirada, la menor después de no mostrar ninguna expresión en todo el dia por fin sonrió.

-Gracias Sanemi- agradeció sincera, el nombrado alzó su vista hacia ella y solo suspiro y asintió.

-A veces...este maldito trabajo me hace...-

-Hace sentir bien?- le interrumpió y sonrió ladeando la cabeza, el mayor la miró y solo asintió con una leve sonrisa incluso, estaba sonrojado.

OTP NEZUKODonde viven las historias. Descúbrelo ahora