Regresión

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No debí desearlo nunca, sea cual haya sido la chispa dentro mío que inicio todo este desastre, nunca debí encenderla. Pero aquí estoy ahora, atrapado en mi pasado y rodeado por todas esas emociones que en algún momento de mi vida supere pero que ahora reviven con una inmensidad inmensurable dentro de mi pecho. No sabría explicar que sucedió realmente, que fuerza tuvo que actuar para estar ahora donde estoy. Un error en la Matriz, tal vez. Cual sea que haya sido la razón sucedió y cuando encuentres estas hojas sabrás por qué me fui, o no, quien sabe. Tal vez nunca las encuentres pero me sirve como desahogo, una suerte de aceptación de los hechos.

Era viernes, salía de la facultad a eso del mediodía. Ese día estaba ansioso por salir, había sido una semana dura con muchos parciales y poco tiempo para hundirme en mis pensamientos y detenerme a pensar en lo que en verdad quería, solo había tiempo para viajar y estudiar pero está bien, si estaba bien supongo. Al llegar a casa puse a calentar sobras del día anterior y puse un poco de música, era un día claro y soleado y sentí que tenía que escuchar un ballenato de los 90, lindos recuerdos de las clases de baile que tome hace algunos años. No había mucho que hacer después del almuerzo, una siesta insulsa en el living, llamar a mama quizá, ir a lo de Marcos a tomar unas cervezas, estudiar para el final de la semana próxima, cada posibilidad estaba lejos de satisfacerme así que decidí salir a caminar por las calles de la Plata. Mientras caminaba y, a medida que recorría la ciudad, todos mis recuerdos de la infancia y la secundaria me explotaban en la cabeza como un grano puberto. Aquellas cálidas memorias con mis amigos saliendo de la escuela por las tardes, tomando una coca en el quiosco de Carlitos, el fulbito en la plaza y las tardes con Sofía. Pero nada de eso existe hoy, ya todos se han ido. Las piernas quemaban y los zapatos de vestir no ayudaban, era hora de volver a casa suficiente paseo por hoy. Al llegar a casa disfrute la sensación de sacarme esos pesados ​​zapatos que tontamente lleve a la travesía. Me recosté en el sillón del living, mire el celular en busca de nuevos de mensajes de texto, pero la casilla estaba vacía. Por alguna razón, ese día me sentí más nostálgico que de costumbre, no quería, pero mi mente recorría caminos oscuros y quejumbrosos. Que hubiera pasado si ... Tal vez hubiera sido mejor ... No, basta lo que paso quedo atrás y de alguna manera lo había superado, o eso quería yo creer. Me fui a dormir temprano, no había mucho que hacer. La tía Inés llego tarde del trabajo, la escuche open la puerta del departamento yo ya hacinado en la cama. Y si, mis temores se reanudaban al intentar conciliar ensueño, de alguna manera yo era feliz en ellos, en esa dulce fantasía del inconsciente. Todas las noches tenía el mismo sueño, era feliz, realmente feliz. Pero no una felicidad vana como cuando uno sueña que lo tiene todo, no, yo solo soñaba con lo que realmente me hacía feliz. Me veo en la secundaria, rodeado por todos. Todo era como antes, ningún problema acontecía entonces, el mundo aún no se acababa. Sonaba el timbre del recreo y mi deber era encontrarla. Revisaba los salones de primaria, el cuarto de la dirección, los baños, el patio delantero, el salón de reuniones pero no estaba en ningún lado. El colegio poseía unas escaleras infinitas que al subir te depositaban en segundos pisos estrechos y vertiginosos de pesadilla, pero sin embargo amaba estar ahí, porque ahí estaba ella. En el tercer piso estaba, en el salón de química dialogando con Sabrina. Como estaba de espaldas, la sorprendo con un beso en la mejilla como conteniendo mis energías del deseo fundamental de correr ese beso unos 3 centímetros hacia el centro. Pero no hay más que eso. El sueño siempre termina así, nunca hay un más allá. A veces posee variaciones. Algunas veces encuentro a Sofía en el salón de proyectos o en el cuarto de la dirección, hay noches que directamente no la encuentro y me despierto impotente como quien no sacia un deseo. Esa noche tuve un pensamiento muy pesado, una idea tan poderosa que se adueñó de todo mi cuerpo, comenzó a sentir escalofríos como temiendo que esas ideas pudiesen hacerse realidad, pero era imposible. Desafiaban toda lógica y todo límite físico pero ahí estaban. Las ideas salieron de mi cabeza, me envolvieron completamente en un velo de presión que no me dejaba respirar. Sentía que iba a morir, y de hecho realmente pensé que estaba muriendo, un infarto, un aneurisma, una muerte súbita de la más salvaje que se podía experimentar antes de dormir y cuando la presión llego a su límite ceso. Me desmaye en un sueño profundo. Es todo lo que recuerdo de aquel mundo que deje atrás. 

El sol entro por mi ventana con una agresividad tal que me despertó el dolor provocado por la refracción. Me costó abrir los ojos, sentí que había dormido una eternidad, mi cuerpo agotado como si no hubiera dormido ni una fracción de hora, mis piernas dormidas como si no las moviera en días, cuando por fin pude hacer contacto vomite. Un reflejo natural al observar una imagen desagradable o imposible. Y nada en ese cuarto era posible, yo no era posible. La remota idea de volver atrás, ¿una segunda oportunidad ?, o un castigo por desear demasiado. Sea cual sea la razón estoy acá, estoy de vuelta. No tarde en darme cuenta que era ese día. Era el mismo día no había dudas, todas las sensaciones extrasensoriales me llovían en una tormenta de Deja vu Mama, que joven estaba. La tía Inés todavía guardaba esa pisca de humanidad que fue perdiendo con los años. Mi ropa de recuerdos, mi delantal blanquecino desgastado por la tinta azul y liqui paper. No titube, no tuve miedo sabía lo que debía hacer. Esa tarde saldríamos de la escuela e iríamos con el grupo a la Plaza Moreno. Una efervescencia de mariposas me recorría la espalda baja, esa sensación de victoria ya casi conquistada. Sofía estaba tan bella, tal como la recordaba. Pasamos varias horas en la plaza, yo estaba oxidado, pues había perdido la costumbre de las charlas de juntada, pero ninguno noto que en realidad no era su Alan el que estaba hablando con ellos.Me desenvolvía con tanta soltura, recuerdos bloqueados aparecían ahora en la punta de mi lengua para hacer acotaciones en los relatos de un Mauro al cual recordaba más bajito. Llego la hora. El colectivo pasaría a eso de las 18:15, yo me iría a lo de Inés porque mis primos estaban de visita y había reunión familiar luego de varios años de distanciamiento. Marcos, Sofía, Sabrina y Mauro tomarían el colectivo para no llegar nunca. Si, tenía que hacerlo pero ... imagínense, al primer intento de explicación quedaría como un loco, no debería ningún sentido mi explicación de los hechos, y ¿si yo era el loco?, Haber soñado media vida era tan imposible como volver a vivirla, pero que se yo, simplemente no tuve el valor de decirlo y me subí con ellos.Tal vez podía anticiparme, cuidarla, tratar de contenerla al momento del impacto pero no tenía idea de cuando vendría el golpe, tampoco había razones para abrazarla, solo éramos amigos. Intente algunas estrategias, ¿No tienes frio ?, su mirada confusa mezclada con la transpiración de esa tarde de verano enunciaban un obvio ¡No! El colectivo pego una acelerada brusca, en la radio se escuchaba el partido de Estudiantes, mire al chofer y se notaba agotado como impaciente por llegar a su casa y hacer pelota el recorrido metiéndole pata. Era una tarde especial, no solo jugaba Estudiantes, se definía el torneo Clausura y se decidía quien pasaba a las semis de Libertadores, por eso el transito estaba agitado.Sabía que era un camión pero nunca quise saber a que altura, esos caprichos que tiene uno cuando sufre una pérdida desastrosa, nunca quise ver el informe periodístico ni los recortes de diario que pego la escuela al día siguiente, de haberlo sabido les hubiera pegado una leída antes de caer acá. La mire a Sofía y le dije lo mucho que la extrañe, lo tanto que me hizo falta, ella estaba demasiado confundida. Por un momento noto que en mis ojos había una madures espontanea que broto de la nada, una experiencia de vida de no se condecía con el Alan que ella conocía, se cautivó por eso que le dije y me creyó, de verdad que me creyó, con una fe ciega contundente y un poco de intuición femenina supongo yo, y finalmente me Abrazo.Tantos años soñando con ese abrazo, con ese encuentro magistral que nunca sería posible pero hoy lo estaba viviendo. El impacto sucedió fortuitamente después de ese suceso, sus uñas se clavaron en mi espalda, el tiempo se ralentizo completamente. Las esquirlas de vidrio rozaban mi rostro, el asiento detrás de mí se incrustaba en mi espalda por causa de la inercia y nuestros cuerpos entrelazados golpeaban el asiento delante de nosotros. Quede inconsciente, desperté al rato en un patrullero camino al hospital, pues las ambulancias estaban repletas. No sabía que pensar, como procesar lo que había ocurrido. ¿En verdad la había perdido? Pero otra vez, el sueño pesado se hacía presente y un sabor a sangre que me daba nauseas me apagaba la conciencia.Sofía no lo logro y no creo yo tampoco poder hacerlo, creo que Sabrina y Marcos que viajaban atrás están en una sala común, pero para mí, Sofía y Mauro el destino fue más agridulce. Aprovecho estas energías que me quedan para escribirte mama, a la de acá y la que deje anoche. Sé que seguro no llegues a verme despierto, la Tía Inés está afuera tomando un café pero sabe que no me queda mucho, Dicen que no se puede vivir sin riñones, creo que es verdad me siento bastante raro. Ya casi estoy ahí, ese sueño infinito donde soy feliz, voy y vengo,la veo ella está ahí y me está esperando. 

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