El canto de una sirena.
Eso era lo necesario para atrapar a los marinos; hacer que los grandes barcos encallaran y era uno de los mayores miedos de todo buen navegante el dejarse atrapar por el canto de esas misteriosas y bellas criaturas del mar.
A San siempre le habían llamado la atención y cada vez que su abuelo le contaba un relato sobre forajidos y bravos piratas que cruzaban el mar, siempre esperaba con cierta emoción la parte en que la sirenas hacían aparición, simplemente porque le intrigaba que mujeres con aletas de pescado en vez de pies, y de gran belleza, podían hacer que fuertes hombres perdieran sus cabezas al punto de encallar sus botes o lanzarse al mar en busca de ellas.
Eran encantadoras y terroríficas al mismo tiempo.
Y aun así le fascinaban.
Habiendo crecido con sus abuelos en las afueras de la manada, trabajando en el campo, San no había conocido ningún niño de su edad.
Pero tampoco es que le importara.
Pasaba gran parte del día recolectando tomates, zapallos y otras verduras según la temporada o sembrando, eso siendo su rutina desde que tenía memoria, sus momentos de descanso siendo la hora de la merienda, donde su abuela aprovechaba de enseñarle a escribir y leer, y la noche resumiéndose a las historias que le relataba su abuelo, él cayendo rendido al final por el cansancio y el sueño.
Tal vez para otro niño sería rutinario y aburrido, pero para San era lo único que tenía, sus abuelos siendo las únicas personas con las que compartía ya que sus padres habían fallecido tiempo atrás, cuando él nació. Según lo que le habían revelado sus abuelos, sus padres eran betas como él, su padre siendo parte del equipo de caza que se encargaba de atrapar presas, ya sean conejos, jabalíes o hasta ciervos, para luego llevarlas a la manada para que se alimentara; su madre en cambio trabajando la tierra como sus abuelos.
Un día el grupo de caza que conformaba su padre se topó con un grupo de caza de otra manada, el enfrentamiento esperado llevando que su progenitor muriera en las garras de sus enemigos. Su madre en ese entonces ya estaba embarazada y al saber la noticia, el impacto fue tal, que adelantó el parto, San naciendo, ella falleciendo a las horas después.
Fue así que San terminó al cuidado de sus abuelos maternos. Había sido trágico, pero también parte de lo que podía pasar dentro de una manada de cambiaformas, todos demasiado conscientes que para sobrevivir se debía ser fuerte y disciplinado, el rigor desde la infancia siendo una de las bases de su formación.
Era por eso también que a los ocho años de edad todos los hombres de la manda, exceptuando los omegas, eran apartados de sus familias y llevados a los Barracones, donde eran sometidos a un estricto entrenamiento en busca de convertirlos en cambiaformas poderosos que pudieran proteger el territorio de la manada y defenderse ante cualquier ataque.
Claro que esto no te aseguraba una victoria, San lo tenía claro por la muerte de su padre, pero eso lo llenaba de la convicción y seguridad de que él entrenaría lo que fuera necesario para no terminar con el mismo destino. Se aseguraría de que no fuera así.
Es por eso que cuando cumplió los ocho años él estaba listo para lo que viniera.
Sus abuelos le hicieron una bonita celebración en la noche por su cumpleaños y cuando al otro día lo fueron a buscar, su abuela se emocionó un tanto y bueno, él siendo un niño también lo hizo, después de todo quería sus abuelos. Eran la única familia que tenía, con la que había crecido, y le dolía separarse de ellos.
En ese entonces pensó que su abuela estaba triste por verlo partir, pero con el tiempo, al crecer, se dio cuenta que seguramente era porque tal vez no lo volvería a ver cuando él terminara su formación a los diecinueve años, ese siendo su último adiós.
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El Canto de una Sirena [WooSan]
FanfictionEl canto de una sirena. Poderoso, enigmático, con la capacidad de atrapar a cualquier marino en sus redes y hacer perder la dirección de su barco. Esa misma sensación fue la que tuvo San cuando entre medio de la multitud escuchó esa única voz. Llamá...