Segunda Parte

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Con la neblina del sueño aun danzando a su alrededor, WooYoung parpadeó varias veces, intentando enfocar a quien tenía al frente y asegurarse de que no era una ilusión.

-San... estas aquí.- murmuró, su cerebro aun procesando con lentitud. Dos pestañeos más, antes de reaccionar del todo- Espera. ¡San, estas aquí!- soltó al final sentándose de un brinco, al mismo tiempo que algo caía de sus hombros, sus ojos enfocándose en la manta que hace unos segundos atrás lo estaba cubriendo.

¡Oh, Dios! ¿Hace cuánto que San estaba ahí? Porque WooYoung estaba bastante seguro que esa manta no estaba encima suyo cuando se recostó en la cama y él no era sonámbulo para estar abrigándose en medio de su siesta...no que él supiera al menos.

Lo más importante, ¡Se había quedado dormido esperándolo!

No podía creer que después de una larga y ansiosa espera de un año, él se quedara justamente dormido el día de su reencuentro, su futuro compañero encontrándolo en la más vergonzosa de las situaciones.

WooYoung quería hundir la cabeza en alguna parte, su lobo en su interior dando vueltas acongojado.

- ¿H-hace cuánto llegaste?- preguntó tratando de recomponerse y enfrentar su mirada.

San se encogió de hombros.

- No hace mucho la verdad

- ¿Y cómo te diste cuenta que estaba dormido? Esta bastante oscuro...

- No te movías y...- San se detuvo inseguro de continuar.

- ¿Y?- lo impulsó WooYoung entre curioso e inquieto de saber lo siguiente.

- Y...estabas roncando

WooYoung abrió la boca desconcertado. ¡No podía ser! ¿Roncando?

Esto era definitivo, su orgullo se había desplomado.

San por su parte lo observó con detenimiento. Podía notar el desconcierto del omega, aunque no entendía el porqué. Para él no había nada de raro en quedarse dormido. Conocía las costumbres y de que el omega debía esperar supuestamente recostado, tieso como un trozo de madera en mitad de la cama para ser reclamado, pero desde su perspectiva eso era un poco burdo.

Él no quería reclamar a una tabla, quería reclamar a su compañero, al omega que lo había hipnotizado con su voz.

Cuando lo vio dormido al llegar, su único sentir fue cuidarlo, cubrirlo para que no se enfermara y esperar hasta que despertara. No había podido evitar mirar su rostro dormido, sonreír ante su adorable y suave ronquido, y dejar que su dedo rozara su mejilla para sentir su cálida piel hasta colocar un mechón rebelde sobre su oreja para poder verlo mejor.

Fue ahí que sus adormilados ojos negros se posaron en él y su voz lo llamó. La mejor visión de todas.

Igual que ahora.

Aunque WooYoung siguiera abochornado con un pequeño sonrojo adornado sus mejillas, San no pudo evitar inclinarse y querer abrigar con su mano esa misma mejilla, sus ojos perdiéndose en los negros contrarios, encontrándolo tan increíble como la primera vez.

No podía creer que había tenido que esperar todo un año para verlo de nuevo, pero había valido la pena. Esa sequía parecía un arenoso recuerdo comparado con las frescas gotas de lluvia que tocaban ahora su piel, hidratándolo, regresándolo a la primera vez que lo vio.

¿Qué tenía que lo hacía sentirse así?

- No tienes de que avergonzarte- le susurró finalmente, cálido, sus rostros apenas separados por unos centímetros de distancia.

El Canto de una Sirena [WooSan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora