Introducción

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Era la noche perfecta, oscura y lluviosa.

Justo allí de pie a la cima del edificio de la división roja, observaba el lugar al que ha llamado hogar desde que tiene uso de razón.

No puede ver más allá de las gotas de lluvia, pero esta consciente de la disposición, a su izquierda se encuentra el edificio de la división negra, a su derecha el edificio de la división azul y justo de frente la división principal, cuyo significado no tenía conocimiento, todavía.

Su cuerpo totalmente mojado por la lluvia no le cubre el frío «Nada puede afectarme, sólo la muerte» repite en su pensamiento una y otra vez el mantra del entrenamiento.

A su espalda se encontran sus maestros, cada uno con su insignia característica de su especialidad.

Unos de los cinco maestros presente, se acerca a su aprendiz dejando poco más de medio metro entre ambos. Recitando el juramento único e inquebrantable en voz alta se hizo el intercambio.

— Que la sangre se derrame, que los huesos se quiebren y que la voz se extinga. Hoy en ésta noche frente a tus hermanos y padre recibirás el nombre con el que te conocerán tus enemigos. Jamás deberás revelar más que la mirada, pronunciar más que el nombre al final de cada misión y olvidarás aquello que no debe ser visto, la ofensa que hagas será castigada con la muerte — la advertencia no pasó desapercibida — Hoy serás Arius, la muerte inclemente — Su voz aún cuando era tranquila, está cargada de una realidad, siempre será parte del clan.

— Por la sangre que derramaron mis maestros y padres, juro frente a mis hermanos jamás olvidar mis enseñanzas y disciplinas. Cada misión será la última, y mi identidad no será revelada sino con la muerte — Exclama con determinación.

Sombra acepto las palabras de quién, ahora se conoce como Arius. A pesar de saber que la oscuridad les rodeaba, sus sentidos son consciente de que su unidad se encuentra al pie del edificio. Observa su silueta — Ya es hora — dice.

Volviendo sobre sus pasos sin dar la espalda, algo que todo profesional debe saber. Ocupa nuevamente el lugar que le corresponde en la fila de los presentes para continuar con el ritual.

Fergus avanza entonces, la lluvia inclemente no ha dejado de caer. En sus manos enguantadas reposa la venda, rojo y negro tal cómo dicta las reglas. A sólo unos centímetros de la espalda de Arius, se detiene.

— Que tus instintos te guíen — dice mientras levanta las manos y cubre los ojos.

— Que mis instintos me guíen — repite. Pronto, Arius ya no está sobre el edificio.

En una facción de segundos su cuerpo baila de forma ágil a medida que la gravedad hace efecto en él. Sus manos toman las barandas colocadas intencionalmente para el ritual.

Firme, pero con un agarre seguro queda verticalmente sujeto a las barandas, esas que separan si cuerpo de la muerte «Sólo instintos» recuerda la norma.

Su cuerpo se mece de un lado a otro, con dos movimientos toma el impulso necesario para subir y caer de pié en el muro a su derecha, en silencio o todo lo realizado no valdría la pena.

Se inclina un poco y salta nuevamente en un ángulo de 30 grados exacto. Con la mano estirada toma el arma corto pulsante sin funda de la cuerda, da una vuelta completa y su cuerpo cae en el muro del lado contrario. Allí aún en la posición vulnerable lanza el arma en dirección contraria a la lluvia, antes de ponerse de pie.

Sin ser afectado por la poca estabilidad disponible por lo delgado del muro, lleva su mano derecha sobre el corazón firme cuál soldado.

La lluvia continúa con su inclemente presencia, el sonido de está al caer es lo único que se escucha por todo el lugar por varios minutos.

— Has cumplido con el pacto, Arius — La voz de Fergus llega  a sus oídos a pesar de ser lejana — ya eres del clan, tus enemigos serán nuestros enemigos — dice.

— Hasta que la sangre se derrame — responde firme.

— Hasta que la sangre se derrame — los ahora hermanos repiten.

A partir de esa noche Arius deja de ser aprendiz, ahora es más que un integrante.

Mariangeles💖

Amor TorturadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora