CAPÍTULO II

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Hendrix CORP.

— Así que la camarera no es una camarera después de todo. – dijo Arius para sí, al observar a la chica entrar por quinta vez en el edificio central. – Sabía que algo no estaba en el informe ¿Por qué omitir este detalle? – pensó.

Algo no cuadra, su instinto jamás le ha fallado. Como "estudiante" se le enseñó desde el inicio a conocer todo lo irrelevante de sus objetivos, porque es allí donde se conoce la debilidad.

A lo largo de las tres semanas de intensa investigación, ha descubierto que la chica castaña es, sin lugar a dudas una informante doble. Lo único que le causa fastidio es no encontrar el porqué... todavía. – Tiempo, eso es lo que necesito... – pensó.

Desde la sombra, con sigilo se acerca lo suficiente para lograr ver la clave en el teclado de la alarma.

Su cuerpo, al contrario de sus pensamientos realizaban los movimientos exactos y de forma casi mecánica. – Cuando se realiza un trabajo, los sentidos deben estar alerta. El cuerpo debe conocer cada señal del entorno – las palabras de Fergus le transportaron al día del entrenamiento que marcó su vida.

Flashblack

— ¡Todavía puedo escuchar los pasos! ¿Es todo lo que puedes lograr? – descubrió Fergus a 123,  del grupo Azul – Si el objetivo es paranoico, un simple suspiro será tú delator. ¡Fracasas sin llegar acercarte, ésto se trata de la vida o la muerte!

Arius escucha con atención, su maestro acaba de descubrir su posición con una ofensiva. La daga clavada a un centímetro del cuello es la prueba de ello. Frustración, eso es lo que siente. Ha bajado de peso, ha realizado todos los ejercicios necesarios y práctica los pasos sobre un piso de madera de pino flojo, uno muy ruidoso y apesar de todo, sigue sin lograr su objetivo principal.

¿Cómo lograr sorprender a la sombra de la hermandad? Calma, dedicación y entrenamiento. Son las palabras que siempre se dice.

— Cada uno de ustedes son parte de un todo, si uno falla los demás están en peligro – con ésto finalizó la lección del día.

El grupo de la sección azúl inicia el desalojo del espacio, el margen para ello es de treinta segundos antes de iniciar las correcciones pertinentes. El área de entrenamiento sigiloso, consta de un piso flojo de madera diversa, cuarzos y planchas con cambios de temperatura programadas, tablones, vidrio y espacios con muchas trampas de sonido.

Observando con mucha furia contenida y frustración, 123 mantiene la postura descubierta por su ahora, verdugo de castigo.
Mantuvo el rostro inmutado, sin signos de lo que siente – Nunca dejar que el enemigo sepa del estado de tus pensamientos – Fue la primera lección que aprendió.

— Tienes buenos reflejos 123, pero no estás preparada todavía para la prueba de campo – Fergus se acercó a ella en tres pasos.

Un escalofrío le recorrió la columna vertebral, poco perceptible para unos, pero el estremecimiento es sutilmente captado por él.

Un ardor casi insoportable le sorprendió — No eres más que otro soldado. Uno débil y sin una pizca de respeto a esta organización. No tienes nada especial, para llegar lejos, libera tú mente y que el cuerpo actúe sólo – le dijo de forma neutral  Fergus. – ¿¡Quedó claro!?– preguntó. 

Fergus retiro poco a poco el punzón de la pierna de la iniciada, no sin antes de voltearla y crear dolor.

— Hasta que la sangre se derrame, quedó claro maestro – Respondió 123. El dolor era latente, pero nada se compara con la sensación de ser la pieza desechable – ¡No lo permitiré¡– Pensó amargamente.

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⏰ Última actualización: Apr 25 ⏰

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