1. Cumpleaños

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Mes de septiembre

Narra _____

Hoy es el cumpleaños del pequeño Viktor, de nuestro hijo, de Conway y mío. Lo tenemos todo preparado, será perfecto.

A pesar de que Volkov ya no esté con nosotros, siempre le tenemos presente, y se lo hemos descrito al pequeño como alguien maravilloso. Él sabe que, aunque no pueda venir a verle, su tío también está celebrando su cumpleaños junto a él. Claramente, el pequeño Viktor no sabe lo que pasó realmente. Para él, el comisario está de viaje en uno de los sitios a los que más deseaba ir: Japón; y vendrá en cuanto pueda.

- ¿Estás contento, corazón? ¿Te gusta lo que papá y yo te hemos preparado? - me agaché para ponerme a su altura y colocar bien su camisa.

- Sí, mami, la tarta es muy bonita.  Me gustan mucho los muñecos de policías. - observaba con detenimiento las figuras de esta. -  ¡Este se parece a papá! Yo también quiero ser policía cuando sea mayor. - sus ojos brillaban.

- Y tenemos una sorpresa más, pequeño

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- Y tenemos una sorpresa más, pequeño. - Conway apareció de pronto, cogiéndole por la espalda y subiéndole a sus hombros.

- ¿Qué es, papi? - le miró curioso.

- Vamos al jardín y te lo enseño. - yo solo les observé irse, con una sonrisa en el rostro, pues nunca esperé ser así de feliz.

Narra Conway

- No puedes abrir los ojos aún, ¿vale?

- Sí, papi, lo prometo. - tenia sus pequeñas manitas cubriendo sus ojos.

- Está bien... ¡Ya puedes! - tenía muchas ganas de ver su reacción. Siguió mi orden y le puse en el suelo.

- ¡Papá! ¡Un castillo hinchable, mira! ¡Y tiene verde, mi color favorito! - cada vez subía más el tono de voz y su cara se iba alumbrando más. - Me gusta mucho, gracias. - se giró hacia mi y me dio uno de los abrazos más sinceros que me habían dado en mi vida.

- Este regalo solo se le puede hacer a los niños grandes y, como ya eres mayor, papá y mamá decidieron traer uno para tu cumpleaños

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- Este regalo solo se le puede hacer a los niños grandes y, como ya eres mayor, papá y mamá decidieron traer uno para tu cumpleaños. - intenté no derramar ninguna lágrima. - Y, ¿sabes qué?

- ¿Qué? - sonrió.

- No solo la vas a poder disfrutar hoy. Pedí que me la prestaran todo el fin de semana, así que mañana vamos a poder saltar los tres juntos en ella. - le susurré el oído. Pensé que explicárselo así sería más fácil que decirle que lo alquilé para su fiesta.

- ¡Bien! - salió corriendo en dirección a esta para comenzar a saltar.

- ¡Chicos, entrad! Ya están empezando a llegar tus amiguitos, Viktor. - le cogí de la mano y entramos juntos.

Hora y media más tarde

Narra Conway

Mi pequeño hijo estaba disfrutando muchísimo de su cumpleaños. Habían venido todos sus compañeros de clase, los hijos de los vecinos e, incluso, su abuela, la madre de ____. Cada vez que le veía estaba jugando, saltando o comiendo algún sándwich. De vez en cuando venía a ver a su madre o a mi para ver dónde estábamos pero, desde luego, estaba intentando disfrutar el día al máximo.

- Amor, - me agarró ___ por los hombros. - llama a Viktor para soplar las velas en lo que yo traigo la tarta, por favor. - me besó la mejilla.

- Está bien, cielo. Haz tú la parte fácil mientras yo busco al granujilla. - reí. Esta hizo lo mismo que yo y entró a la casa. - ¡Viktor, pequeño! Vamos a comer tarta. - grité en dirección al castillo hinchable para que me oyera. - ¿Viktor? - todos los niños que estaban saltando pararon y me observaron. Tras eso, se miraron entre sí y comenzaron a buscarle.

- Aquí no está. - habló uno de ellos.

- ¿Le habéis visto, chicos?

- No, señor Jack.

- No hace falta que me llaméis así. - sonreí. - Voy a por él, ¿vale? Que el pastel está en camino. - bajaron todos corriendo en dirección a la comida.

Le busqué por todas partes. Pregunté a todos los asistentes, pero nadie sabía de él. Si le había visto jugando hacía dos minutos, ¿dónde se había metido?

- ¡Ya estoy aquí! - se acercó ___ hacia la mesa. Todas las personas que se encontraban en el jardín, incluido yo, la miramos con cara de susto. - ¿Qué pasa? - automáticamente fui hacia ella corriendo.

- Viktor no está, nadie le encuentra. - susurré.

- ¡¿Qué?! - se alarmó.

Protégeme siempre, VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora