Sonó la campana de la puerta de entrada del bar. Un hombre alto y con canas incipientes se acercó a una de las mesas, donde una mujer tomaba café. Ella era joven, lucía un saco y un vestido rojo por debajo de este. Sus zapatos color crema se posaban sobre el piso de madera del bar, haciéndolos resaltar del resto. Él, vestía un traje y un sombrero color negro, y unos zapatos marrones. Se sentó en frente de la dama y simplemente dijo:
— 160435 fue encontrado en el parque. Smith ayudó, pero se congeló apenas este creció. Madelaine, hay otro jeiwil —.
— Smith irá al tanque, no puedo dejarlo ir. Ya sabes que hacer, Hans. De 160435 nos ocuparemos más tarde, pero no lo pierdan de vista— y con esto se retiró.
Un viejo jazz sonaba mientras los dos se retiraban. Tomaron caminos opuestos pero parecía que la gente los reconocía al pasar. Ambos transmitían respeto y nadie se aventuraba a cuestionar lo que ellos digan. Madelaine entró a un auto negro y Hans siguió su camino hasta llegar a una casa antigua. En Lawntown las cosas son así, ves a alguien y con solo mirarlo ya sabes que hacer: si respetarlo, ignorarlo o simplemente huir de allí. A veces la apariencia engaña, pero otras solo te aferras a ella. No confías en nadie, nunca sabes que harán contigo. La vida allí parece no darte la mano pero hay veces que te sonríe, cuando todo parece perdido. Si hay algo por lo que Lawntown se caracteriza es que todo parece un juego, siempre arriesgando la última carta con los ojos vendados.
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Blindfolded
FantasyKath es una adolescente como cualquiera, excepto que existe algo que le quita el sueño: unas vibraciones extrañas se habían sentido dos veces en la escuela pero las mil teorías que había formulado y compartido con sus amigos no le eran suficientes...