II

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¡Entonces, hay que celebrar! – Dijo Booth, como era costumbre una vez que acababan con el caso, ella lo miró por millonésima vez y no pudo evitar recordar que había dicho Sweets aquel día en el Hoover, ¿Por qué era acaso Booth el responsable de cruzar la línea que ella misma había impuesto entre ambos?, ¿Por qué era solamente Booth, el que tenía que apostar por una vida en conjunto?... Le carcomían los dientes y sentía que su voz se cortaba

Si, tienes razón, vamos por una cerveza – Miró a sus compañeros y todos negaron, internamente les agradecía ese momento de paz y tranquilidad que ambos tendrían, ni siquiera Ángela había puesto problemas... Simplemente los dejó ir.

Bebieron como nunca, levantando las botellas, una tras otra iban quedando sobre la mesa del bar, sonrieron y ella lo tomó de la mano, él sonrió y retirando la mano de forma sutil, volvió a tomar la cerveza

Vamos Huesos – suspiraron, sabiendo que la noche ya debía acabar

- ¿Vamos caminando? – Él quiso negar, pero ante el rostro de la antropóloga solo le consintió su pequeño capricho

Está bien, nena consentida – caminaron por unos minutos, el departamento de Brennan se encontraba a solo unas cuadras del Padres Fundadores y ella se debatía entre hablar y dejar fluir toda aquella maquinaria que se comenzó a funcionar desde los días que pasó a su lado en la operación.

- Booth... Te amo – Soltó sin anestesia, antes los ojos cafés que la escrutaban incrédulos

Huesos... Yo... - Ella tomó la fortaleza que jamás hubo de tener en el pasado y tomándolo por la solapas, lo besó desesperadamente, la sensación de pertenencia, de sutil y elegante necesidad lo abrumó, intentado no hacer daño, retrocedió un par de pasos y negó – No puedo Huesos... Ya no sé cómo vivir, te haría daño – Sweets y Cam se lo habían advertido, si quería tras Brennan, debía ser cauteloso, un paso en falso y todo el terreno que gano en años a su lado se iría al ¡carajo señores!, realmente él aún no estaba listo para dejar su soledad, la amaba y fue ahí cuando vio la muralla que comenzaba a erguirse en el interior de su amiga

Tienes razón Booth, no resultaría – el negó, quería decirle que diera tiempo, que solo eso necesitaba, pero ella no lo dejó continuar – Te vas pronto, sólo no te hagas el héroe – dio media vuelta y dejó a un derrotado agente en la puerta de su apartamento.

Los siguientes días luego del rechazo absoluto de su amigo se las pasó pensando, ella no quería ir a las Molukas, a estas alturas le interesaba un maldito pepino si el eslabón perdido se encontraba ahí o si nunca existió, ahora lo único que deseaba era encontrar su eslabón perdido, su corazón que una vez más fue roto en mil pedazos por alguien que le prometió nunca hacerlo, Temperance Brennan sabía que Booth sería el único amor de su vida, así que con la poca fortaleza que le quedaba en las venas, dirigió sus pasos al único lugar que jamás pensó en volver... No por lo menos desde hace un año.

Cariño, hoy se va – Ángela Montenegro era su mayor soporte en esos momentos, ella sabía del rechazo de Booth, pero por primera vez en mucho tiempo no quiso hacer juicio, sabía que ambos podían llegar a ser tan obstinados... cabezotas

No iré Angie, tengo algo muy importante que hacer – la artista suspiró, iba a ser imposible que le convenciera de ir a despedir a su amor, pero en fin, tomó su cartera y emprendió la salida – Ángela – la mujer se volteó con la esperanza que su amiga hubiera cambiado de opinión, pero solo la vio garabatear algo en un papel, meterlo a un sobre y dárselo – Entrégaselo por favor... Dile que si cambia de opinión que lo lea... - estaba segura a lo que se refería Brennan, talvez agregaría un poco de condimento y haría que el hombre fuera por ella – Una cosa más – Dijo la antropóloga, tocando su estómago – Si pregunta por mí, dile que viajé ayer a las Molucas – y con ello daba por cerrado el tema.

El del EspejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora