[ Trato ]

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• MaeIso

• Mención de AsaKaru

• Fantasioso

• Final abierto

• AU!

Había llegado el día

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Había llegado el día. Isogai sabía que no podría ocultarlo toda su vida; de una manera u otra, Maehara lo descubriría.

Sabía que pronto, Maehara descubriría que ha estado enamorado de él por los últimos seis años, desde primero de secundaria.

No era su culpa. Durante un largo tiempo, había tratado de convencerse a sí mismo de que sólo era amistad; pero, no pudo negar durante mucho tiempo el efecto que causaba la sonrisa del contrario en su pecho, o la sensación de cosquillas en su estómago cuando lo veía acercarse por la calle.

Él estaba completamente enamorado de su mejor amigo, y hoy se lo diría.

Era por su propio bien, porque ya no aguantaba los pensamientos torturantes durante sus largas noches de pillamada; ya no aguantaba verlo todos los días y no poder besarle, ya no podía ocultar su sonrojo cada que el pelinaranja pasaba su brazo por alrededor de sus hombros.

Ya no aguantaría más tiempo; y, prefería decírselo él mismo, a que el otro se enterara por algún chisme o rumor.

Esperó pacientemente en la entrada del local donde había citado a Hiroto. Habían pasado alrededor de cinco minutos desde la hora acordada, así que el contrario debería estar a punto de llegar; él jamás se retrasaba más de seis o siete minutos.

Sus sospechas se confirmaron cuando distinguió su distintiva figura acercarse del otro lado de la acera. Le sonrió y alzó la mano para que lo identificara, agitando su brazo de un lado al otro.

Maehara le regresó el saludo y espero a que el semáforo se colocará en verde. Una vez fue así, comenzó a caminar.

El castaño lo esperó, sin dejar de observarle ni un momento.

Fue justo por eso, que presenció en primera fila, como un auto se descarrilaba y daba a parar justo por donde pasaba su amor platónico.

Sus piernas se movieron antes de que pensara, pero fue demasiado tarde.

El sonido de huesos rompiéndose y un gran grito ahogado resonaron en su cabeza. Lo siguiente que supo, fue que Maehara estaba en el suelo algunos metros a la izquierda, cubierto de sangre, con los ojos cerrados y la boca entreabierta.

Corrió y se dejó caer a su lado, abrazando el cuerpo inconsciente del de cabello naranja, las lágrimas recorriendo su rostro.

— ¡Alguien...! —exclamó en un murmuro. Luego, respiró profundo antes de gritar. — ¡Una ambulancia! ¡Quién sea!

Deal [ MaeIso OS ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora