Que bueno verte

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El segundo encuentro había tenido lugar tan solo tres días después, aunque si por Johnny fuera, hubiese pasado a la mañana siguiente.

Sin dar más detalles a Doyoung, y con vagas mentiras se dirigió al lugar de encuentro. En el camino no dejó de repetirse a sí mismo que si no le había contado a Doyoung era porque carecía de importancia y tampoco era como si necesitara su aprobación ¿no? Era un simple encuentro con su nuevo amigo, hermoso, pero seguía siendo su amigo, aún.

Al verse finalmente, a Johnny le pareció que Mark era aún más hermoso a la luz del día y que su risa era aún más placentera. Estos pensamientos le hicieron cuestionarse múltiples veces cuáles eran sus sentimientos hacia Mark y hasta qué punto llegaban a ocupar su mente y corazón.

Ciertamente, por las noches al regresar a casa, el sentimiento de extrañarlo resurgía y le parecían insoportables las conversaciones de Doyoung y sus idas al supermercado.




Encuentros así fueron constantes en el lapso de una semana, a simple vista no eran más que dos amigos nuevos conociéndose y pasando el tiempo. Claramente, sus pensamientos diferían y en ocasiones había momentos donde había roces casuales que hacían que alguno de los dos terminara ruborizándose y sonriendo tímidamente. 

Era cuando Doyoung le preguntaba sobre esas reuniones que su mente se bloqueaba y sudaba frío mientras inventaba más y más mentiras sin dar demasiados detalles para no olvidarlos y poder seguir el hilo después. 

Dulce Doyoung, tan ingenuo, que tan solo en las madrugadas, cuando entre sueños  se recostaba sobre el pecho de Johnny este parecía sentirse consternado por su red de mentiras.

Si Mark solo era su amigo ¿por qué le costaba tanto contarle a Doyoung sobre él?

No digas lo sientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora