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Se miró en el espejo y arrugó su nariz negando con la cabeza. No, la ropa no era el problema sino aquella tonta idea de asistir a esa estúpida escuela. Después de todo, ¿qué ganaba exactamente con ir? ¿Más desprecio? El reflejo de su madre en el espejo lo obligó a chasquear la lengua. Había perdido toda oportunidad de escapar.

—Debes ir y no es una opción negociable.

—No iba a intentarlo de todos modos —dijo este tomando su mochila de la cama y luego se giró hacia ella —. ¿Contenta?

—Lo estaré cuando subas a ese autobús y, ¿qué crees? —le cerró el paso con su brazo y este la miró de reojo —, estaré ahí cuando eso suceda.

—Te agradecería que no —se agachó para pasar por debajo de su brazo y esta no se lo permitió colocando su pierna. Suspiró y ajustó la tira de su mochila en su hombro izquierdo mientras se reincorporaba —. No es personal, mamá. Pero si alguien te ve justo ahí arruinarás aún más mi reputación.

—¿Reputación? ¿Cuál reputación, hijo?

—¿Bromeas? Olvídalo, no tienes porqué saberlo —lo dejó salir y este, antes de tomar el camino rumbo a su propia muerte, la miró —. Estoy seguro de que todos esos ojos estarán sobre mí por algo que ni siquiera hice. Puedo soportarlo, pero no el que salgas lastimada por ello.

—Tú no eres así, cariño, no eres como tu padre. Además, soy mucho más fuerte de lo que crees.

—Sí, bueno, a ellos no les importa —murmuró saliendo finalmente de la habitación —. Nos vemos, eso espero —añadió aquello último en un pequeño susurro bajando los primeros escalones de las escaleras.

***

El camino hacia la parada de autobús nunca se le hizo tan largo ni sus pies tan pesados. Como si hubiera llevado dos toneladas de plomo en cada pie. No quería ir, era un hecho; incluso su propio cuerpo se resistía a aquella posibilidad. No estaba contento, no saltaba de la felicidad y no quería toparse con otros de su tipo. Estaba bien así, allí, fingiendo que era un humano como cualquier otro. Un adolescente común y corriente que adoraba a su madre con todo su corazón. Levantando la basura de otros en el restaurante de comida china como un simple camarero sin experiencia e ignorante de su propio poder. Quería esa vida, una vida sin el pasado ni la sombra de Barron Battle. ¿Por qué nadie lo entendía?

Dios, quería que la tierra se lo tragase en ese mismo instante.Pateó una piedra y miró hacia arriba, hacia aquel cielo azul sin una nube interrumpiendo su hermosura e inmensidad. Suspiró con desdén cuando aquel momento de paz fue destruido por el ruido de un motor en mal estado del que, estaba seguro, sería su carruaje acercándose para llevarlo al mismísimo infierno.

Y no se había equivocado.

***

Primer asiento del lado del pasillo, accesible no sólo para ingresar sino para escapar: ahí se sentó. Estaba seguro que nadie tomaría el asiento del lado de la ventanilla y la razón era estúpida y simple: le temían; el chófer por otra parte era excesivamente agradable y fue el único que se había reservado sus comentarios lo que, por cierto, el resto no logró.

Warren Peace, sin que esas dos palabras escapasen de su boca, no era un nombre desconocido para aquel pequeño mundo alojado en la Súper Escuela de Héroes. Aquel montón de granujas sabían más de su vida que él mismo. Sin tener las intenciones, era el centro de atención y no estaba feliz con ello. No era precisamente el primer día de clases que cualquiera esperaría, era bueno saber que él nunca hubiera esperado algo diferente de ellos.

Para cuando le llegó su turno en la exploración de poderes, supo que estaría condenado a las incontables preguntas y susurros como: ¿su espíritu estaba dividido? ¿Era tanto villano como un héroe? ¿Era un peligro? ¿Estaba condenado a ser el antagonista de un cómic? Ah, bueno, eso no lo sabía. No estaba seguro siquiera si permanecería allí por mucho tiempo si seguía escuchando cosas como aquellas.

—¡Héroe! —¿Héroe? Una sonrisita ladina apareció mientras se quitaba aquella sensación de cosquilleo de sus brazos después de haber incinerado un maniquí. No sabía con certeza qué pensar de ello, sólo era cuestión de tiempo para saber qué tanto lo representaba aquella palabra —. ¿Alguien más se quiere lucir como Mechitas?

Warren borró toda expresión de su rostro al escuchar aquella aberración. Si se había sentido mínimamente bien al destruir aquel montón de plástico, aquello tan sólo había arruinado su buen humor. Sería un largo día hasta su regreso a casa, lo peor de todo era que al día siguiente debía regresar a ese odioso lugar y tener un segundo primer día.

·WAR AND PEACE· [OneShot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora