Capítulo 2 (parte 2)

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— Estas bien?, no te lastimaste? Pregunto Gaia.

Por un instante pude ver la preocupación tanto como en sus ojos, como en su voz. Al parecer ella se dió cuenta, ya que retiró su mano de mi cara y la otra que posaba en una de mis piernas, como arrepíntiendose de su acción. Volvió a poner sus manos sobre la mesa pero esta vez en forma de puños, volvió a colocarse recta, ya que se había inclinado un poco para realizar la inesperada reacción, luego se giro al lado contrario y dijo:

— por que no me avisas cuando algo así pasa?, ya que deberías tener claro que, aunque no te termine de gustar, soy tu esposa y quieras o no debo saber todo lo que te sucede y cuando te sucede.

Esta vez pude notar una combinación de frustración e ira en su voz, pasó su mano por la frente masajeandose la cien, tal vez, tratando de deshacerse de las emociones contenidas.

Hice un gesto como restando le importancia, sin prestarle mucha atención a su expresión acusatoria, se que eso no la calmara pero por lo menos dejara de hablar y me dejar comer en paz. Empecé a masticar el primer bocado de mi desayuno, pero sabia que aún  Gaia me miraba fijamente, sabia que tramaba algo. Debo admitir que en este par de años a logrado conocerme mejor que nadie, pero eso no significa que la quiera para algo mas que sexo.

— Quieres tener un hijo?— Fui directo al grano, no me gusta dar rodeos. Y eso la tomó totalmente de sorpresa, al parecer de lo que se imaginaba que podía decir nunca paso eso por su mente.

—Enserio!?— pregunto Gaia.

Me gire para mirarla por primera vez en toda la conversación y podía ver sus ojos perfectamente abiertos. Para mi  no paso por alto que estos tenían un brillo de felicidad, que no había visto hace mucho tiempo y que a sus grandes y marrones ojos le quedaban excelente si soy sincero. Creo que no la había visto así de feliz un tiempo después de que nos casamos.

—Deja de jugar, sabes que no eres fértil o es que piensas robar un niño?.

Y regreso la Gaia que conozco y  "tanto amo". Que el brillo de sus ojos desapareciera me dejo un pequeño e inesperado vacío.


—No voy a robar un niño—rodé los ojos, una de las cosas que mas odio de ella es su manera de ser sarcástica.

—Vamos a adoptar a la niña del

accidente —aclaré.

Solo podía describir aquel suceso como ajeno, puesto que en mi , ya no sentía ningún tipo de culpabilidad.

ENAMORADO DE MI HIJADonde viven las historias. Descúbrelo ahora