Monster (Logan Lerman)

Prólogo

.... Sabía que no tenía que entrar, sabía que tenía que huir desde el primer momento en que escuché su nombre.

las sombras se apoderaban de cada espacio.

Siento mi respiración agitada, mis manos tiemblan sosteniendo el arma.

Sus ojos me dan una penetrante mirada haciéndose llegar y retumbar dentro de cada espacio de mi piel. 

Éste se encuentra amordazado por miles de cadenas en su cuerpo, su torso desnudo cubierto con sangre, sin fuerzas para seguir luchando.
Muerdo mi labio inferior conteniendo las lágrimas. Se remueve inquieto logrando liberar una de sus manos, haciendo una mueca de dolor; la sangre comienza a correr desde allí. Lleva la mano hacía su frente, se detiene; sonríe. Hace la forma de una pistola, finge dolor para luego, disparar. 

Una ronca carcajada se escapa de sus labios, siento un escalofrío recorrer mi espalda. 

Le habitación comienza a arder, cada parte se encuentra en llamas.

Todos llegaron con sus trajes negros y armados, gritando su nombre.

A él no parecía importarle en absoluto, me atrevo a decir; que está disfrutando todo lo que puede de esta horrorosa situación. 

-¡Carrie, acaba con esto!- ella grita, y el pánico corre por sus ojos. 

Tomo el arma con ambas manos, elevándola hacía él. Éste se encuentra serio, completamente serio. Trago saliva, su mirada se dirige a mi cuello mirando la escena con atención. 
 Sus ojos demuestran tristeza, su mandíbula se tensa. Mis manos tiemblan, soy incapaz de disparar.

-¡Carrie!- vuelve a gritar. Las lágrimas comienzan a correr por mis ojos, sin poder detenerlas. 

Sus miradas amenazantes están ante mi, pidiéndome que mate al hombre al cual amo. Tengo un nudo en mi garganta, cientos de imágenes recorriendo mi mente. Luchando entre mi lealtad o aquél sentimiento, entre el corazón y el uso de razón.

-No puedo hacerlo- Susurro. Mi mirada baja, pero el arma sigue en la misma posición. 

-¡¿Qué?!- dice, su mirada se vuelve hacía mí, con completa decepción. Zoey se acerca a paso lento.

-¡No puedo hacerlo!- grito- ¡No puedo matarlo!- me detengo, mis ojos ya no ven con claridad.- Lo amo. 
Vuelvo a susurrar, estoy temblando. Cada parte de mi cuerpo. Mi mirada se va hacía el suelo, sin poder moverme. Ya no quería esto, no quería luchar más. 

-¡Míralo a los ojos! ¡Es un monstruo, joder!- se queda callada por unos minutos, mirando hacía él.- Tienes que hacerlo. No puedo dejar que te eches atrás..

Ella corre hacía mi dirección. De un movimiento rápido quiere quitarme el arma de las manos, mi cuerpo reacciona justo en ese momento. Zoey pelea por el arma, sin importarle si puede llegar a dispararme, ella sólo desea su jodida venganza, y acabarlo de una vez por todas.

Alguien me toma por detrás, sus manos sostienen las mías, impidiéndome la salida. Me remuevo incómoda, otro de sus hombres aparece, su mano hace contacto con mi mejilla. Oigo a Logan gritar que me suelten. Ambos están sosteniéndome. 

Ella apunta hacía Kilian, su mirada es fría, deseándole lo peor. Toda mi visión se está volviendo negra. 
Aprieta el gatillo, sin temor, la bala fue justo a su pecho. Mis ojos, al igual que mi boca se abren de manera exagerada. 

-¡Kilian!- grito con todas mis fuerzas. Mi corazón se detiene. Veo a Zoey con una sonrisa de satisfacción en su rostro, deja el arma en el suelo y se acerca hacía su cuerpo. 
Los hombres me sueltan, haciendo que mi cuerpo caiga por impacto al suelo. 

Su ronca risa comienza a escucharse en la habitación. Mi cuerpo se encuentra con una puta adrenalina que no puedo parar. Mi mirada se eleva, encontrándome con sus ojos. Las cadenas que lo aprisionaban se rompen en miles de pedazos. Tiene una sonrisa de victoria y da miedo de sólo verla, los hombres levantan sus armas. 

-Ustedes han comenzado una guerra- pausa, escupiendo un poco de sangre.- Que no podrán terminar..-Su mirada se vuelve hacía mi, se inclina, posa una de sus manos sobre mi mejilla. Su respiración choca con la mía, en una danza caótica. En una danza mortal.- Cielo, me encargaré de que a ti te toque lo peor.

Él era un monstruo.
Él era de lo más temible.
Él era la perdición, el caos, el terror.

Y nadie podía detenerlo.

Estábamos condenados.

Estábamos perdidos.