Capítulo I: El comienzo del mal

79 20 1
                                    

12 de diciembre 2010

Íbamos a dar un paseo aquel día, como cada mañana. Pero esa mañana fue diferente. Mientras  caminábamos en un bosque cerca de nuestro reino  Caeruleum, solo yo comencé a notar algo raro. Y, como guardia personal de la reina y princesa, tuve que mirar alrededor de todo el bosque bosque. En ese instante, supe que algo iba mal. Sabía que Silva, que era como nosotros llamábamos a aquel terreno de bosque, ya no era como antes.

Hace escasas semanas, Silva estaba repleto de luz, armonía y se respiraba paz. Pero íbamos a una boca del lobo: a cada paso que dábamos, sin enterarnos, más nos adentrábamos a la oscuridad y menos luz había. Era extraño, puesto que nunca había estado tan oscuro aquel bosque. Silva no era un lugar así. Algo andaba mal, pero aún no sabíamos el que.

El bosque al que tanto amaba, seguía convirtiéndose, a cada paso que dábamos, en algo lúgubre, tenebroso y peligroso. Incluso hasta los animales que habitaban en paz en el bosque, comenzaron a huir del bosque. Por eso, yo me temía lo peor: la leyenda, poco a poco, se iba haciendo realidad. Y solo una persona podría hacer todo esto: él había despertado. Yo, como guardia de la reina y fiel amigo de la princesa desde niños, tengo una gran misión. Protegerlas ante cualquier peligro. Por eso, les pregunté a ellas si  notaban la presencia oscura.

—Princesa y reina, ¿Ustedes han notado algo raro en este bosque? Me refiero a que hasta hace unas semanas, este camino no estaba tan oscuro. Me extraña que esté así. ¿Qué opinan?
—No se altere, caballero. -Decía la reina tranquilamente mientras seguía caminando-. Quizás esto es por la llegada del invierno. Está cambiando el horario y no estamos acostumbrados. Así que, respondiendo a la pregunta tuya, opino que no hay nada raro y que todo va bien en el bosque.

La princesa de repente, se quedó quieta. Algo raro ella estaba notando también y no era yo el único, al parecer.

—Mamá.. -Decía la princesa mientras estaba quieta y apretaba los puños-. Tiene razón Alec. Es más, ayer mismo me pasé yo sola por aquí para dar una vuelta y despejarme. Y te garantizo, madre, que esto nunca estuvo tan oscuro como ahora. Por eso, será mejor irnos ahora que podemos.

La princesa intentó agarrar la mano de su madre, pero la reina decidió continuar caminando.
Intenté alcanzarla y cogerla de la mano, pero justamente se creó una barrera maligna. Una barrera que solo había una persona en todos los reinos que podía hacer esa magia tan oscura. La leyenda aún se estaba haciendo más fuerte. Estaba claro ya: El mal había regresado.

Aquella barrera era demasiado poderosa. Era una barrera de color negro, grande y muy fina. Y esa barrera, desde tiempos antiguos, se llama Obice. En Obice, solo podían cruzarla los siervos del mal. Los hijos del mismo destructor de los reinos... Solo podía ser él.

Ante esta situación, la princesa y yo nos quedamos anonadados. Tanto Kiara como yo, no supimos que hacer para convencer a la reina para que volviese con nosotros. Para que volviera, ahora que estaba a tiempo antes de que llegase.

Después de un breve minuto de silencio contemplando a Obice, la princesa decidió romperlo hablando. Con un tono un tanto confuso, decidió darle unas palabras a la reina.

—Mamá... ¿Qué crees que estás haciendo? ¿No ves que todo esto es obra de... -En ese instante, la reina se quedó quieta y miró a su hija con una mirada seria.-

—No pronuncies el nombre del salvador de este reino. -Comenzó a reír malignamente- ¡Solo sus fieles siervos podemos pronunciar su nombre! ¡Lord Noctis!

CaeruleumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora