Capítulo 4

1.4K 110 15
                                    


Aterrizo al aeropuerto y lo primero que se es que esta abarrotado de gente y puede que no lo haya mencionado antes pero tengo Enoclofobia. Recojo mi maleta y salgo lo antes de aquel horrible sitio. Me meto en un Taxi marchándome de aquel sitio tan abarrotado de gente.

—Hola, me podría llevar a la peluquería más cercana, ¿por favor?—digo rápido.

—Estaremos en 15 minutos—responde el conductor y empieza a conducir dirección a la peluquería.

Cuando llegamos al destino acordado pago al señor y me bajo del Taxi. Me meto en la peluquería y espero a que me tocara.  Cuando me toca les pido que pongan unas extensiones y el pelo de color negro. Al principio cuando me lo estaban haciendo me empecé a arrepentir porque no paraban de ponerme potingues en el pelo pero al final el resultado quedó maravilloso.

Mientras que estaba en el avión decidí todo lo que haría en Japón. Lo primero que decidí fue que no iría a ver a mi hermano, no por ahora. También quise cambiar, mi aspecto por si me reconocía la prensa ya que en USA era reconocida por jugar al fútbol.

El look final me sorprendió, casi estaba irreconocible y eso era lo que quería. Le di mil gracias a la peluquera y me marche. La verdad me encontraba un poco perdida, no sabia que hacer y no ayudaba que mi móvil se hubiese quedado sin batería. Estuve caminando un rato largo hasta que llegué a un gran parque. Había niños jugando al baloncesto. No me desagrada aquel deporte solo que cada vez que juego me rompo un dedo, por lo que mil veces prefería el fútbol. Se puede decir que soy bastante torpe. Sigo caminando sin rumbo admirando el paisaje ya que  todo es muy diferente a Estados Unidos y me parece interesante. Si tuviera mi móvil hubiera hecho muchas fotos pero la batería se me había agotado la batería por completo.

Seguí sin saber a dónde iba hasta que llegue a un campo de fútbol y había un equipo entrenando. Me senté en unas escaleras que había y me quedé bastante tiempo observándolos. Se podría decir que no llevaban mucho tiempo jugando porque algunos eran pésimos, pero había jugadores en concreto que me llamaron la atención. Perdí la noción del tiempo y cuando quise darme cuenta ya estaba anocheciendo. Estuve bastante tiempo pensando si iba a preguntarles cómo llegar hasta el orfanato, pero al final me di cuenta que no tenía ninguna otra opción. Deje la maleta y baje las escaleras hasta llegar al campo. No quería molestar así que me acerque a una de las gerentes para preguntarle.

—Hola, perdona molestarte pero no sabrás si hay algún orfanato por aquí cerca— le pregunté tímidamente.

—No no tranquila no molestas— me responde la chica con gafas.—Ahora mismo no sabría responderte a esa pregunta, ¿Silvia tu sabes si hay algún orfanato por aquí cerca?—le pregunta acercándose a otra chica.

—Me suena que haya uno cerca, pero no sabría decirte donde—dice la chica que se llamaba Silvia acercándose a mí.

—Ah, bueno muchas gracias de todos modos—digo retrocediendo mis pasos hasta que me volvieron a llamar.

—Espera, si consigo Internet te lo podré buscar—dice la chica de gafas señalándome su ordenador.

—Muchas gracias—digo amablemente.

—Mientras que esperamos te puedes quedarte aquí con nosotras—dice la tal Silvia señalándome donde estaban.

—¿Seguro que no molesto?—pregunto.

—No... vamos, vamos.

Me acerque a donde estaban y me senté con ellas. Las dos intentaban conseguir Internet para poder decirme donde estaba el orfanato.

Sara Frost • Inazuma ElevenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora