Una Afinidad Predestinada

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—Te juro que esas fueron sus palabras exactas

—Debes estar exagerando

—¿Por qué no me crees Tenten? Si tienes a mi hermano completamente enamorado de ti

El vaho combinado con la coloración rojiza de su nariz eran el adorno que le daba a su rostro esa fría mañana de invierno.

Llevaban un caminar lento y cauteloso para no resbalar por las congeladas calles que se vestían de blanco por la tenue nevada que caía apacible y que era desviada por algunas ventiscas que aumentaban la frigidez de los alrededores.

Las bajas temperaturas no eran impedimento para que Temari desistiera de la idea de emparejar a su hermano con su mejor amiga.

—Gaara solo es un buen amigo.

—El hecho de que tú lo veas como un amigo no quiere decir que él te vea de igual manera. Además, el aceptó ir a la reunión solo porque le dije que tu estarías ahí.

De pronto dejo de prestar atención al parloteo de su amiga, fueron unos instantes en los que su mirada fue atraída por unos blanquecinos ojos pasando a escasos centímetros de ella, sintió su corazón detenerse por unos segundos para pasar a un palpitar irregular que hacía eco en sus oídos.

Entro en una especie de trance, en donde miles de imágenes se reproducían a velocidades inimaginables, fueron milésimas de segundos, pero parecía haber sido testigo del transcurrir de toda una vida.

Tenía la extraña sensación de reconocer a la perfección a ese completo extraño.

—Tenten ¿Estas bien?

La rubia se detuvo volteando hacia su amiga que repentinamente había estado en silencio. Abrió sus ojos completamente sorprendida al ver el camino de lágrimas que se trazaba de sus ojos hacia el final de su rostro.

—¿Qué sucede? ¿Te duele algo? —Preguntó alarmada sin saber la razón del repentino llanto de su amiga.

—No —Respondió al recuperarse de ese insólito suceso.

—Entonces ¿Por qué estas llorando?

Desconcertada, llevo sus manos al rostro para comprobar las palabras de su amiga, sintió sus dedos impregnarse de la humedad que dejaban sus lágrimas, solo entonces fue consciente de su situación, lloraba sin siquiera saber el por qué.

Un pañuelo blanco le era ofrecido de la persona que menos esperaba, aquel desconocido se había acercado a ellas y ni siquiera lo noto. Lo miro con ojos interrogantes, su expresión seria y penetrante le generaba el presentimiento de haberla recibido miles de veces, era como encontrar un evento rutinario en una primera vez. Bacilo antes de aceptar el sedoso objeto ante la necesidad de erradicar el evidente desconsuelo que le quedo marcado por su llanto.

—¿Puedo hablar contigo? —Pregunto el extraño dirigiendo su mirada enteramente hacia la castaña, ambas mujeres lo miraron pasmadas ante su petición.

—Te agradezco por la ayuda, pero tenemos que irnos —Temari la tomo del brazo con la intención de alejarla del desconocido, pero la desconcertó que su amiga no se moviera ni un poco —¿Tenten?

—Adelántate —Temari la miraba con el desconcierto marcado en su expresión sin poder hallar una explicación coherente ante el interés de Tenten por el desconocido —Estaré bien, lo prometo.

La rubia le dedico una mirada fulminante al desconocido antes de dejar el panorama de sus espaldas ante él.

—Tenten ¿Qué demonios te pasa? Dime que no estas pesando en irte con un completo extraño.

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