- Bueno, y... ¿Desde cuando os conocéis?
- Pues a decir verdad... Desde ayer, mamá. - contestó Tom.
- ¿¡Desde ayer!? ¡Caray, qué prisa os dais ahora los adolescentes!
- ¡Mamá, por Dios!
- Era broma, hombre. No te escandalices.
Becca no podía dejar de reír. Tom y su madre eran como el perro y el gato, pero se podía ver a mil kilómetros de distancia que se querían.
- ¿Tus padres no estarán preocupados por ti, Becca? - preguntó la madre de Tom.
- Mamá, no...
- ¿Qué pasa? ¿Es que ahora tampoco voy a poder hacer una simple pregunta, Thomas?
- No es eso...
- No se preocupe. Mis padres no se preocupan con mucha facilidad, pero aún así creo que va siendo hora de irme.
Cogió su mochila y su móvil, y se fue a despedir.
- Ha sido un placer. Siento el susto de esta mañana.- dijo sonrojándose.- No volverá a pasar.
- No te preocupes, preciosa. Y vuelve cuando quieras.- dijo guiñando un ojo.- Mientras uséis protección , yo me doy por satisfecha.
- ¡Mamá!
- Vale, vale. Ya me callo.- dijo riéndose.- Encantada Becca.
La madre de Tom desapareció en la cocina, dejando a los dos adolescentes solos, en la puerta.
- Bueno... Yo me voy ya.
- Espera, te acompaño.
- No hace falta que...
- ¡Mamá! Voy a acompañar a Becca a su casa.Vuelvo en una hora.
- ¡Vale, Thomas! Usad protección.
- Mamá, déjalo ya... ¡Y no me llames Thomas!
Y sin decir más, salieron por la puerta. Fuera hacía un calor horrible.
- Nadie diría que ayer nos llovió encima, como si se tratase del diluvio universal... - comentó Becca. Tom se río.
- ¡Vaya! Has tenido gracia... El mundo se debe de estar cayendo a pedazos.- dijo el chico soltando una carcajada al final.
- ¡Calla!- dijo Becca pegándole un puñetazo "dulce" en el brazo.
- ¡Auch! Eso dolió.
- Te jorobas, por mala persona.
- Gracias.- dijo Tom abrazándola.- Parece que ya hemos llegado.
¡Vaya! ¡Ni me había dado cuenta! pensó Becca. Estaba tan centrada en Tom, que ni cuenta se dio de que ya habían llegado a casa. Quería decir cualquier cosa, con tal de no subir.
- Por cierto, Thomas.- dijo riendo.
- No me llames así... - De repente Tom se puso serio, y Becca hizo la primera pregunta que se le vino a la cabeza, con tal de que el chico volviese a estar bien.
- Parece mentira que no te lo preguntase antes, pero... - dijo riendose.- ¿Cuántos años tienes?
- Tengo diecisiete. Y tú... ¿Dieciseis?
- ¡Bingo! - dijo la chica como respuesta.
- Bueno, Becca... Supongo que nos veremos el lunes en el instituto.
- Supongo... - dijo triste.
Tom se acercó a ella y la abrazó. Becca se aferró a él, no quería soltarle. Cuando su madre murió, Becca cambió mucho su forma de ser, y sus amigos de entonces se alejaron de ella. Desde entonces, este era el primer momento en el que Becca sentía que tenía a alguien en quién apoyarse.
- A por todas allí arriba.- le susurró Tom al oído.- Tú puedes.
- Gracias, Tommy, de verdad.
Y se desicieron del abrazo. Tom se fue caminando, y Becca se le quedó mirando.
¿Cómo puede ser que le conozca desde hace poco más de un día, y ya lo necesite tanto?
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Dame una sola razón
Подростковая литератураLa vida de Becca no es como ella esperaba. Desde hace siete meses todo se truncó y nada ha vuelto a ser lo mismo. Su madre ya no está su lado y ella culpa de todo a una sola persona: su padre. Por suerte, entra Tom en su vida, y todo parece ir a mej...