El agua estaba fría, pero aun así, metí la cabeza debajo de aquel inmenso mar, pudiendo ver algunos pececillos naranjas enredándose y haciéndome cosquillas en los pies, que me hicieron elevar los tobillos y sacar la cabeza. Había niños jugando en la orilla, eran felices, muy felices.
Sentí un tirón de brazo que hizo que me hundiera, dejándome sin el poder de respirar, me sentía agobiada, estresada, como también notaba que perdía mi vida, me alejaba de ella, cada vez veía más lejos los rayos del sol reflejados en la cristalina agua del mar, mientras yo, iba hacia dentro, dejándome llevar aunque tampoco hice mucho esfuerzo por parar aquello.
-¡Jane! ¡Despierta! ¡Vas a llegar tarde al instituto!
Mi madre había entrado en mi habitación gritando y echándome la ropa que me iba a poner en la cara.
Ni desayuné, no quería llegar tarde al primer día de clase, así que me hice una coleta, cogí la mochila, y empecé a andar por las calles de Andorra, tan sólo llevaba un fin de semana en esta ciudad, pero bastante como para saber guiarme hasta llegar a las clases.
El camino era corto, las calles bonitas, y mucha, mucha gente, la verdad es que no estaba acostumbrada a tanto tráfico ni tanto jaleo. Yo era de Vellón, un pueblo de Madrid, el pasado viernes llegamos a Cataluña para que mi padre pudiera trabajar en una nueva oferta, desde que se graduó como abogado no ha encontrado trabajo hasta ahora.
Fue duro dejar en Vellón, mi pasado, mis amigos, mis tíos, primos, mis lugares preferidos, aquella biblioteca en la que pasaba horas y horas, mi maestra Anne, mi pastelería favorita… Pero sobre todo, echaría de menos a Thomas, mi ex – novio, lo tuvimos que dejar debido a la repentina mudanza, y que solo iría a mi pueblo en las fechas señaladas, como Navidad, verano…
El camino al instituto era largo, pero mis pensamientos hacia Vellón lo hacían menos pesado.
Había chicas de mi edad, con mochilas, supongo que irían donde mismo que yo, iba a ser duro llegar sin conocer a nadie, sin tener amigas, y encima, siendo tan tímida como era yo.
Por fin llegué a clases, el director me estaba esperando para hablar conmigo en el despacho, así que me dirigí hacia allí.
-Buenos días, tú serás Jane Sandler ¿no?
-Sí, hola.
-Bienvenida al ‘’Bilingüe School’’.
-Gracias.
El director era alto, regordete, tenía el pelo canoso, gafas, y un poco de barba. Se le veía simpático.
-Tu clase es 3ºD, primer pasillo, corre, estará a punto de empezar las clases.
Qué vergüenza, pensé.
En la puerta de clase estaban todos, esperando que el profesor llegara. Me incorporé, pero no hablé.
-¡Buenos días chicos! ¿Qué tal el verano?
-Bien-. Se le escucharon a algunas voces decir.
-Este año tenemos una nueva compañera de clase.
Dios, empezaba mal el día, fatal, que vergüenza.
-Se llama Jane Sandler, es de Vellón, espero que sepáis agruparla cómodamente junto a vosotros.
Me fijé que el profesor, al decir eso, miró a un grupo de chicas que se sentaba al fondo de la clase, se estaban riendo.
Había un chico que se parecía a Thom… no, Thomás pertenecía al pasado, ahora debería centrarme en el presente.
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UN DIARIO PARA JANE
Teen FictionJane Sandler, catorce años, adolescente, esto conlleva a los distintos problemas de esta etapa de la vida; el amor, la amistad, la ilusión... Debido a problemas familiares, Jane se muda a Andorra, donde se ve obligada a dejar atrás el pasado y centr...