Capítulo Único.

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"Acércate".

"No", contesto inmediatamente. Giro la mirada hacia un costado para evitar su mirada. Abrazo mi cuerpo con mis brazos y cuento mi respiración intentando calmar los sollozos.

"Por favor", su voz es suplicante, aquello roba otro sollozo de mi garganta. Mi cuerpo entero quiere correr a sus brazos, pero no puedo rendirme a él otra vez. Clavo los pies en el suelo, en el medio de su habitación, y me concentro en encontrar las fuerzas para marcharme sin antes desmoronarme completamente. No consigo dar dos pasos antes de que él me retenga.

"Quédate. Déjame explicarte", susurra contra mi oído, y acaricia mi cuello con sus besos. Siento que las piernas me tiemblan y tengo que sujetarme a él para no caer. Aun con los ojos cerrados puedo sentir las lágrimas haciendo su recorrido por mis mejillas.

 Sé que está mal, siempre lo había sabido, pero cuando sus brazos me rodean es tan difícil recordar que debería estar corriendo fuera de esa puerta. No quiero separarme de él, en verdad no, no puedo imaginarme una vida sin él a mi lado. Y sin embargo... escucho mis pensamientos decir que debo apartarme antes de que él consiga hacerme quedar una vez más. 

No quiero vivir de migajas que nunca sacian el hambre que tengo por su amor. Yo necesito que él me necesite de la misma manera que yo lo hago, que yo sea tan importante para él, como él lo es para mí. Necesito que me extrañe antes que me despida, que cuente cada instante que falta para verme. Quiero ser aquello que siempre ronda por su cabeza, la razón por la que sonríe, que su cuerpo muera por el mío, que no quiera ver a nadie más que a él a mi lado. Quiero ser la protagonista de sus sueños, la que robe sus risas, la única que acaricie sus labios o roce su alma. Necesito que él sienta lo mismo que yo siento más de lo que necesito el aire que respiro. Pero no es así. No es así. No es así.

Entonces me separo de él, y recuerdo que no soy más que otro juego para su diversión. No le importo realmente, sino, ¿cómo podría haberme engañado? Uno no traiciona a la persona que ama, yo jamás le hubiera hecho una cosa así, dejarle el corazón reducido a cenizas. Una cuerda en la garganta y un puñal en el pecho, una muerte lenta, un ataque por la espalda. Eso no es amor.

"¿Cómo pudiste?", susurro y me atrevo a mirarlo a los ojos. Él tiene esa mirada triste que me llena de furia. "¿Cómo pudiste? ¿Cómo te atreves a devolverme la mirada? ¿Realmente creíste que podrías destrozarme y hacer como si nada? ¿Qué todo estaría bien? ¿Qué te perdonaría? ¿Qué podría quererte como siempre? ¿Qué pensabas cuando la besaste? ¿Pensaste en mi siquiera? ¿Te arrepentiste?", mi voz es un chillido constante de dolor. Mi garganta parece a punto de quebrarse. No tengo una imagen clara de él ya que mis ojos estan inundados de lágrimas, pero siento el dolor en su voz cuando dice:

"Me arrepiento". 

Trata de alcanzarme, me alejo más.

"¡No! No mientas, por favor, ¿no crees que ya me has engañado lo suficiente?", en el instante en que veo que esta a punto de contestar tapo mis oídos. No quiero escucharlo. Él aparta mis manos de mis orejas.

"No miento, no te engaño. Lo juro. No hay instante en que no lamente lo que hice."

"¡Es mentira! ¡Mentira! ¡Mentira!", lloro con las manos contra la pared, la frente sobre estas. Puedo sentir sus manos acariciando mi espalda. "Si me quisieras jamás lo hubieras hecho, si me amaras como yo te amo, nunca se te hubiera ocurrido engañarme, no te atreverías a darme este dolor".

Siento sus manos alrededor de mi cintura. "Me equivoqué, me equivoqué. No sé cómo hacer que me perdones. Todo fue mi estúpido error, pero lo que sucedió no significó nada para mi. ¡Nada! Porque yo te amo, eres la única a la que amo con todo mi corazón".

"¡Cállate!", grito. Me volteo y lo enfrento. "¡Cállate! ¿Cómo? ¿Cómo podes ser tan cruel? Decir que se ama cuando no es así es casi un pecado. Tú no engañas a quien amas. Tú no lastimas a quien amas.", lo empujo lejos.

"Yo. Te. Amo", me sostiene por los hombros. Me suelto, lo empujo, y antes de que me de cuenta mi puño está en su mejilla. Puedo ver la marca de los nudillos y sus ojos están completamente fuera de órbita. Por más de que me encuentro en shock no puedo evitar sentir un alivio dentro de mi, entonces lo golpeó una y otra vez en el pecho. Él retrocede hasta que queda al pie de la cama. Estoy a punto de darle otro puñetazo cuando él retiene mi mano y me da vuelta para tirarme sobre la cama. Cubre mi cuerpo con el suyo y sujeta mis brazos por encima de la cabeza evitando mi escape. Grito y trato de resistirme pero él es más fuerte que yo. Me encuentro sorprendida de que haya tardado tanto en resistirse a mis golpes aunque intuyo que se debió a la sorpresa. Sigo tratando de quitar su peso de encima aunque sé que no voy a conseguirlo, entonces trato de alzarme y encuentro su cuello, lo muerdo con fuerza. Un gruñido sale de su pecho, pero no es de dolor. Sus ojos me miran con deseo. Me doy cuenta en ese instante que todo él empuja contra mi cuerpo. Cierro los ojos instintivamente y suspiro. Esto no puede estar pasando, no ahora. Me muevo más, intentando sacar mi cuerpo de debajo del suyo, sin embargo mis bruscas sacudidas sólo causan que él se frote contra mí. Su cuerpo se apega más al mío mientras gruñe una vez más. Empiezo a sentir el calor recorriendo mi cuerpo y no puedo pensar con claridad.

"Axel", mi voz se escucha trastornada, y sé que él lo nota. 

Él respira por la boca, su respiración es dificultosa.

Señala la marca en su cuello:"Tu no lastimas a quien amas", su voz es ronca cuando pronuncia esas palabras que me dejan sin aire.

No me da la oportunidad de pensar en nada más antes de que sus labios estén devorando los míos. Le sigo el beso porque no me importa, ya no me importa, porque él está conmigo ahora, y sé que me quiere, puedo sentirlo, no hay otra a quien desee, y aunque no me ame de la misma manera, tiene que hacerlo, sino, me hubiera dejado ir.

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