3.

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( 愛 )

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( )

Empecé a hurgar entre mi clóset buscando el vestido que me pondría, pero no lo encontré. Aunque literal puse todo mi departamento patas arriba no lo encontré, comencé a angustiarme, de verdad amaba ese vestido, una llamada en mi celular me distrajo de todos mis pensamientos, ahora tendría que buscarlo, seguramente había quedado sepultado entre tanto desorden. Después de unos segundos pude encontrarlo, al ver quién era dudé en contestar, pero sabía que sería peor no hacerlo.

—Hola, mamá —creo que mis ganas de hablar con ella estaban por los suelos, pero por suerte ella ni lo notaría.

— ¡Hija! —tan escandalosa como siempre— Dime que ya viste el paquete que te envié —justo en ese momento mis ojos lo vieron, mi vestido, rápido me acerqué al monto de ropa y lo tomé con mis dos manos mientras tomaba el celular entre mi oreja y mi hombro.

—Eh... sí, sí lo recibí.

— ¿Te gustó?

—Se podría decir... pero no me pondré nada de eso —dejé mi vestido en mi cama extendido mientras ahora me concentraba en buscar mis únicos tacones.

— ¡¿Por qué dices eso?!

—Escucha mamá, estoy algo ocupada así que hablamos más tarde.

—____ espe-

Corté la llamada y lancé mi celular igualmente a mi cama. Solo tengo que concentrarme en encontrar esos tacones que van a juego con el vestido, las joyas será pan comido, las tengo guardadas.

Después de encontrarlos me dispuse a empacar dichos tacones, ropa y mi vestido junto a mi collar especial, también empaqué un par de toallas sanitarias porque ya está por llegarme el "hermoso" periodo, nótese mi alegría por eso. ¿Qué no se podría reducir a una vez al año? ¿Es mucho pedir? Al parecer si. Una vez empaqué todo lo indispensable empezó a rugirme el estómago, y como mis dotes en la cocina son casi nulos decidí ir a una tienda de la esquina para comprar ramen instantáneo. Recordatorio personal, aprender a cocinar.

Tomé una sudadera que estaba tirada en la silla de la sala para salir a comprar mi deliciosa comida.

De camino a la tienda empecé a contar mis pasos para de alguna forma no hacer tan aburrido el camino, al llegar noté que no me esperaba que fueran 100 pasos. Entré acompañada de la clásica campanita del lugar para adentrarme al pasillo de ramen, un glorioso pasillo, hay de todo tipo de ramen, desde picantes hasta sin sabor, caldosos o secos, es el paraíso.

Tomé uno sabor picante, necesitaba desahogarme con todo esto de la boda de mi mamá. Me aproximé a la zona de refrigeradores, que mejor que un poco de alcohol para liberar presión.

Después de tener en manos mi salvación caminé hasta la caja.

— ¿Sería todo?

—Sí.

— ¿Podría mostrarme su identificación por favor? —me preguntó la señora de la caja al tomar la lata de cerveza, ¿acaso no me veo mayor de edad? Sé que no soy alta pero no es para tanto.

—Am... sí soy mayor de edad señora.

—Si lo es entonces solo muéstreme su identificación —no podía decirle que había dejado mi cartera en casa, no me creería, ¿ahora qué haré?

Una mano pasando de mi lado derecho me sorprendió, volteé y era un hombre mucho más alto que yo, de nuevo volteé en frente y me fijé que había dejado un paquete entero de cervezas, creo que alguien está dolido.

—Disculpe, pero llevo prisa —le dijo éste a la señora.

—Di... Disculpe, pero esta señorita quiere que le venda alcohol y no sé si es mayor de edad. —¿Acaso se volvió moda contarles los problemas a las demás personas?

—Ya le dije que, si soy mayor de edad, pero justo dejé mi cartera en casa. —Al final lo dije.

—Perdone, pero no puedo venderle esta lata sin su identificación —esto comenzaba a sacarme de quicio.

—Yo le pagaré la lata a la señorita —dijo aquel hombre misterioso con gafas oscuras y vestido de traje negro. ¿Acaso...? No, no debo pensar cosas negativas hacia un extraño.

—Se lo agradezco, pero-

Me vi interrumpida por su voz.

—No hay problema —al sacarse las gafas todo pareció suceder en cámara lenta, aquella sonrisa causó que sintiera las tan habladas mariposas en el estómago, sus hoyuelos hacían más perfecto su rostro, el tono de su piel a pesar de no ser pálida tenía una atracción fascinante, ese color casi moreno le iba como anillo al dedo, el carraspeo de él me hizo regresar a la realidad.

—Ah... lo... lo siento.

—No hay porqué disculparse —creo que lo mejor sería que se volviera poner las gafas, no me podía concentrar en lo que decía debido a que toda mi atención se iba a aquellos ojos de media luna que tenía y esos labios... ¡Basta ____! Debes dejar de imaginar escenarios con desconocidos guapos que conoces en la tienda de la esquina.

—Se lo devolveré.

—No hay porqué.

Era raro escucharlo decir casi las mismas palabras, era gentil, pero a la vez muy frío. Pagó con tarjeta y ambos salimos de la tienda. Cuando estuvo a punto de irse lo detuve sosteniendo la manga de su saco.

— ¿Se le ofrece algo? —me sonrió, dios, creo que me hice adicta a esa sonrisa con esos hoyuelos y en la forma en la que sus ojos casi desaparecen... ¡Basta! En serio tengo que dejar de imaginar cosas.

—Quería agradecerle...

—No hay de qué.

De pronto sentí que me encontraba en un desierto, de cierta forma esa respuesta había sonado algo seca.

—Le pagaré-

Volví a ser interrumpida por él.

—No se moleste, va de mi parte.

—...Gracias —hice una reverencia, sentí como revolvió mi cabello con su mano, levanté algo avergonzada la cabeza.

—Adiós.

—A... diós...

Me quedé como boba unos segundos ahí. Reaccioné y volví a mi departamento.

"Que tipo tan extraño..."

09

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09.10.20

Destinado a Amarte ― Namjoon ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora