Es Padre, es Hijo y es Amante. [Kookmin]

Úɴɪᴄo

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Jimin intenta no perder el enfoque en su mapa, pero es difícil cuando llegan gritos de niños emocionados desde afuera. Durante toda la mañana se mantuvo este ambiente festivo, anticipando lo que será la celebración de la noche donde se reunirán alrededor de un gran fogón, habrá una exquisita variedad de alimentos y bebidas, los músicos de la comunidad más cercana vendrán a compartir su arte y algunos voluntarios dirigirán juegos didácticos.

Jimin se rinde y se acerca a las cortinas. El sol choca contra la tierra afuera, otorgándole un doble pigmento rojizo, y los pies descalzos levantan polvo por todo el aire, pero el día aún tiene mucho que contar. Ve a Namjoon a las afuera de su choza, enseñando aviones de papel y a Yoongi un poco más allá, riendo con un grupo de niñas que se pelean por trenzar el largo cabello de Taehyung.

Se muerde el labio, preguntándose si debería unírseles y aportar alguna distracción. Los más jóvenes todavía no comprenden la importancia de los preparativos y hacen que las señoras de la aldea pierdan paciencia y ganen nervios cuando los tienen corriendo entre sus piernas. Aquí entran ellos, pero gracias a sus conocimientos matemáticos Jimin siempre se encuentra alejado para trabajar. Es aburrido y solitario, sabe su lugar y responsabilidades en el equipo, pero a veces solo quiere volver a recordar por qué hace esto.

Entonces sí, él deja sus números atrás y sale en busca de acción.

No tiene que ir muy lejos para que un pelotón de adolescentes lo reclute. Oh, desde que Martín, el voluntario argentino dentro del equipo, les habló del fútbol, juegan apasionadamente todas las tardes. Las reglas tuvieron que adaptarse, por supuesto, pero los objetivos son claros y al término del primer tiempo, apenas la mitad de uno verdadero, Jimin está todo sudoroso, llevando tierra hasta en los dientes y cansando como el infierno. Él pide cambio, no importa cuánto se burlen de su condición, y se dirige a Hoseok que los mira divertido mientras come un mango.

— Dime que tienes uno extra —jadea al llegar, escupiendo un poco de saliva por el esfuerzo de respirar. Santo cielo, debe verse asqueroso, pero no puede importarle menos cuando toda la cara del pelirrojo gotea con jugo.

— Acaban de llenar un tazón en la mesa central —dice, como si no se tratara de un tesoro que en menos de cinco minutos es saqueado.

— ¡Vamos! —los empuja hacia el sendero, de vuelta a la aldea.

¡Los mangos son la cosecha de la temporada y Jimin mata por uno!

Cuando lo tenga asegurado en el bolsillo de su bermuda, irá por un chapuzón de cara al río antes de que cualquier miembro del equipo activista lo busque. Uhm, tal vez sí debió terminar sus números y saltar a sus impulsos luego. Están investigando unas tierras a kilómetros de la reserva, dónde la caza ilegal llega por las noches y necesitan la ubicación exacta para ver cómo se mueven. Jimin está cerca de tenerla gracias a la recolección de excremento que Namjoon pudo proporcionar.

El camino se marca tanto por huellas como por suelas de zapatos y Jimin se felicita por haber tenido el juicio de sacarse las sandalias antes de jugar, esas que ahora cuelgan de sus dedos y chocan en sus muslos al caminar.

En definitiva, cuando llegan a la gran mesa de madera un gran tazón de barro se mantiene sobre ella, pero ya no quedan más que hojas dentro. Jimin hace un puchero.

— ¡Debiste tomar uno para mí, hyung!

Hoseok sonríe culpable, mirando las cáscaras en mano.

Una de las aldeanas viene a retirar el tazón y también les sonríe, sabiendo que tendrán que esperar hasta la tarde siguiente para probar suerte.